Bueno, se termina el año y me estoy quedando con la paradoja de Protágoras sin resolver.
Y viene de antiguo...
Una vez, una persona me prometió reflexionarla.
Exactamente lo que me dijo fue:
"He estado leyendo la paradoja y prometo reflexionártela. No darle una solución. La hay simple y un poco absurda, pero... la resolvería. Sin embargo, las paradojas, en filosofía van más allá y no plantean la búsqueda de las soluciones. Más bien intentan poner de manifiesto las deficiencias del lenguaje y del pensamiento en la elaboración de enunciados."
¿La habrá resuelto ya?
(La solución la pongo antes de que acabe el año, lo prometo, pero mientras tanto se admiten aproximaciones)
(Editado el 24 de noviembre pasado)

Acaso una de las más primitivas paradojas conocidas sea la del profesor de leyes griego Protágoras, quien aceptó a un estudiante pobre pero de talento y convino con él en impartirle enseñanza sin cobrarle, a condición de que una vez que el estudiante hubiese completado sus estudios y ganara su primer caso ante los Tribunales le pagaría a Protágoras una cierta suma. El estudiante se avino a esta condición. Ahora bien, tras completar sus estudios no emprendió ningún caso legal. Transcurrido un cierto tiempo, Protágoras demandó al estudiante en reclamación de esa suma. He aquí los argumentos que ambos alegaron ante el tribunal.
Estudiante:
Si yo gano el caso, entonces, por definición, no tengo que pagar. Si lo pierdo, entonces no habré ganado mi primer caso, y yo no he contraído la obligación de pagar a Protágoras si no es hasta después de haber ganado mi primer caso. Así pues, sea que yo gane o que pierda el caso, no tengo que pagar.
Protágoras:
Si él pierde el caso, entonces, por definición, tiene que pagarme (después de todo, eso es lo que se ventila en este caso). Si lo gana, entonces habrá ganado su primer caso, y por tanto tiene que pagarme. En uno u en otro caso, tiene que pagarme.
Paradoja propuesta por Raymond Smullyan en su libro “¿Cómo se llama este libro?”
Dedicado especialmente a "Yo, la Peor de Todas" a "Mármara" y a "Tempus Fugit", con toda (buena) intención.
(Que conste que el autor encontró una posible solución a esta paradoja)