sábado, abril 21, 2007

cerrado


Esta vez sí.
Esta vez me despido del blog.

Ha sido una experiencia importante y beneficiosa para mí: se la debo a internet y sobre todo a vosotros, a las personas que tuve la suerte de encontrar aquí.


Cierro entonces esta ventana pero os dejo la puerta abierta: yviceversa2@gmail.com

Un beso grande y hasta siempre.

domingo, abril 15, 2007

Gonçalo Afonso Dias y el Museo da Rua do Sembrano en Beja

"Dado o interesse e a curiosidade que o processo para o projecto do Museu de Sítio para a Rua do Sembrano em Beja tem vindo a suscitar, aqui reedito o artigo completo que publiquei no Jornal.Arquitectos, nº199.

Provavelmente virei a criar um Blogue inteiramente dedicado a este caso e às correntes "manobras e jogadas baixas"que infelizmente continuam a interferir no "Ofício de Arquitecto"

Tenía yo verdadera curiosidad por saber qué era lo que explicaba el arquitecto Gonçalo Afonso Dias en el artículo mencionado arriba. Había visto también ese blog que mencionaba que deseaba abrir enteramente dedicado al asunto de este proyecto del Museo de Sítio da Rua do Sembrano en Beja, (provincia del Bajo Alentejo, en Portugal), y visto las fotografías y los dibujos y maquetas del proyecto, y los artículos dedicados a las extrañas actuaciones y extra-actuaciones de "personalidades" de la cultura y de la administración.
Mis ningunas nociones de la lengua portuguesa me permitian hacerme una vaga idea pero no me dejaban entrar en detalles, enterarme más a fondo del asunto. Le di vueltas... Pensé en El Foliot Rojo, recordé que en una ocasión en que conté mis problemillas para traducir-entender un comentario ectrito en portugués, él se ofreció para ayudarme si volvía a verme en otro problemilla o apuro con un texto en este idioma.

Como se podrá ver enseguida esta vez no se trató de un pequeño problemilla sin importancia, sino de la petición expresa de un favor grande, pues le pedí que me tradujera un texto largo, así por mi capricho, así por el morro. El Foliot Rojo, que debe ser uno de esos seres extraordinarios que pueden con todo lo que se les pone por delante, me contestó que lo haría encantado a la vuelta precisamente de un viaje a Lisboa para el que estaba a punto de embarcarse. Un viaje que por cierto nos viene contando como un serial por capítulos en su blog, que llevan por título "El perfecto turista: Lisbon revisited", y que sin dudar recomiendo a quien quiera disfrutar de las andanzas de este perfecto turista.

Acto seguido les dejo con su trabajo de traducción. Un millón de gracias, Foliot.

JORNAL ARQUITECTOS (J-A) Nº 199

(Pinchando sobre el título se puede acceder al texto original en portugués)



¿DIEZ AÑOS A LA BASURA?
Gonzalo Alfonso Díaz


Relato telegráfico e ilustrado del proceso en que nos vimos envuelto desde que obtuvimos el derecho a proyectar un edificio hasta la fecha en que una súbita voluntad autárquica de ver la obra hecha, unida a las facilidades/constreñimientos del Programa Polis, llevó al Presidente de una Cámara Municipal a olvidar las cuestiones de la Ética y de los Reglamentos y a entregar el proyecto por iniciativa propia a un arquitecto de su confianza.
Esta sería claramente una historia para los tribunales, en caso de que interesase que estas cuestiones se resolvieran en “tiempo útil”. Así, no es apenas más que una historia.


1. Museo de Sitio de la Calle do Sembrano 1991

(…) Todo comenzó en 1983. Al hacerse los cimientos para la construcción de una casa se pusieron al descubierto estructuras romanas a un nivel relativamente superficial: tanques y salas calientes pertenecientes a una zona de baños. Los vestigios se sitúan en el perímetro de la ciudad romana, en una zona no muy distante de la que constituiría el centro económico, religioso y político de la Pax Julia.

Durante algún tiempo el relativo abandono de los hallazgos llevo a que los habitantes utilizasen el área vedada como basurero. Las intervenciones arqueológicas sistemáticas comenzaron a llevarse a cabo a partir de 1987. El municipio comprendió mientras tanto la importancia del descubrimiento, adquiriendo dicha área y colocándola bajo la responsabilidad directa del Museo Regional.
Se plantea entonces el problema: ¿qué hacer con las ruinas en pleno centro histórico? La Cámara de Beja resolvió convocar un concurso de ideas para el local a nivel nacional.



2. Marzo 1991. Lanzamiento del Concurso Público de Ideas para la Calle do Sembrano

El concurso se elabora con el presupuesto de que la excavación arqueológica que estaba discurriendo estaría estabilizada.
El programa de construcción se deja abierto, formando parte de los criterios de clasificación “(…) selección de un equipo proyectista a contratar para la elaboración del proyecto de concreción de una solución para el tratamiento del espacio ocupado por los hallazgos arqueológicos en la Calle do Sembrano”.


3. Junio 191. Premier lugar por unanimidad del Jurado en el Concurso Público de Ideas para la Calle do Sembrano con la propuesta de un Museo de Sitio

“(…) Partiendo del principio de que los hallazgos arqueológicos de la Calle do Serrano son el elemento de apoyo de todo el concurso, el equipo proyectista consideró que la solución más adecuada es la creación en el local de un Museo de Sitio”.
“(…) El proyecto asume como esencial la idea de que un Museo de Sitio tiene como función primordial la conservación y valorización del Sitio y la comprensión, por parte de la comunidad, de su significado”.
“(…) En términos funcionales, es clara la intención de hacer del nivel de las estructuras arqueológicas la principal Sala de Exposiciones del Museo”.

4. Febrero 2002. Firma del contrato

Aprobación del Estudio Previo por la Cámara Municipal de Beja. Aprobación por el Instituto Portugués del Patrimonio Cultural
Junio 1992. Aprobación del Proyecto por la Cámara Municipal de Beja.




5. Febrero 1993: petición de reformulación del Proyecto

En la secuencia de descubrimiento de una importante calzada romana, en el área correspondiente al patio de acceso al edificio los arqueólogos redefinen los límites de la excavación “desdeñando” una estrecha franja (2,20 m) junto a la esquina de la Calle de San Antonio, donde se reorganiza el esquema de accesos y los espacios de apoyo del Museo.

6. Agosto 1993: entrega del proyecto de Ejecución de acuerdo con la propuesta reformulada

Concurso para el contrato y adjudicación de la obra a una constructora por 47.874.929 escudos.

7. Calzada sin importancia

1994: las excavaciones continúan; el inicio de la obra es aplazado. La calzada romana que diera origen a la primera reformulación del proyecto es desmantelada. No se confirma su importancia.



8. Muralla de extraordinaria importancia

1995: descubrimiento de una muralla de la Edad de Hierro en la franja de terreno anteriormente “desdeñada”. El hallazgo es de extraordinaria importancia ya que demuestra la ocupación pre-romana del territorio.
Concluyen las excavaciones arqueológicas. Se constata la necesidad de proceder a una nueva reformulación del proyecto resultado del último hallazgo.


9. Diciembre 1996: firma del contrato para una nueva reformulación del proyecto de Museo de Sitio de la Calle do Sembrano

Se constituye un nuevo equipo técnico. El proyecto existente se reformula en su totalidad, lo que constituye, en la práctica, un Segundo Proyecto para el Museo.
Se define un nuevo concepto: “(…) un volumen liso, paralelepipédico, abstracto, separado de los edificios adyacentes, una especie de caja de madera que protege y encierra el conjunto arqueológico.




10. Para hacer más claro este gesto

“Para hacer más claro este gesto, se creó una plataforma coincidente con el lote, en un material distinto, que contenía el conjunto arqueológico propiamente dicho, sobre el cual se posó el referido volumen”.


11. 2ª fase de construcción

Más allá del edificio del Museo propusimos la extensión de la intervención al lote contiguo, conquistando una plaza (extensión de la plataforma del museo), a través de la demolición del edificio allí existente. La propuesta fue aceptada por la Cámara. El proyecto y la obra de la Plaza pasaron a ser designados como 2ª fase de construcción.


12. Entregas

Marzo 1997: entrega del Estudio Previo (Proyecto II); Abril, entrega del Proyecto base (Proyecto II), Noviembre, entrega del Proyecto de Ejecución (Proyecto II) con una estimación presupuestaria de 90.02.471 escudos.


13. Atracción

1998. No habiendo recibido ninguna información oficial sobre el proceso del Museo, fuimos informados por un técnico de la Cámara Municipal de Beja de que la respuesta más favorable de contrato en el concurso entretanto realizado sobrepasaba en cerca de 60.000.000 de escudos el presupuesto del Proyecto de Ejecución, por lo que la Cámara iba a anular el concurso y promover uno nuevo para la globalidad del proyecto (Museo + Plaza) lo que atraería a empresas de mayor dimensión.

14. Invitación I

29 de Junio de 2000: reunión a petición de la Cámara Municipal de Beja en la cual somos informados de que el Programa Polis iría a dar viabilidad a la construcción de la totalidad del proyecto (Museo + Plaza). Nuestro equipo sería entretanto invitado a participar en una intervención urbana más extensa, que comprendería el arreglo de las calles y edificios próximas al Museo, incluyendo el Largo de S. Joao.

15. Invitación II

21 de Julio de 2000: el Parque Expo nos solicita por e-mail información diversa relativa al Museo, con vista a la elaboración de un folleto en el ámbito del desarrollo del Plan Estratégico de la Ciudad de Beja.
2 de Agosto: llamada de un colega que nos comunica que ha sido invitado por el Presidente de la Cámara Municipal de Beja para proyectar el Museo de Sitio de la Calle do Sembrano.
7 de Agosto: recibimos una carta registrada, enviada por la Cámara Municipal de Beja, con fecha de 2 de Agosto: “(…) Añadir que en contactos tenidos con una posible entidad financiadora de la obra, se pusieron por parte de esta extremas reservas debido al elevado valor de la construcción, siendo previsible que la obra en cuestión no fuera a obtener financiación de ninguna de las posibles fuentes, dado su elevado valor, lo que pone en cuestión, indiscutiblemente, la viabilidad de ser la misma concretada algún día.
De esta manera, teniendo en cuenta la situación a la que se llegó y la importancia de la intervención en cuestión para la ciudad, y para el proceso en curso de revitalización de su Centro Histórico, esta Cámara Municipal va a estudiar otras soluciones las cuales podrían pasar por la ejecución de otro proyecto para el local, que, sin abdicar de la calidad de la solución, tenga en cuenta que sea asequible según los recursos disponibles.

16. Plan Estratégico

Septiembre, 2000: se publica el cuaderno del Plan Estratégico (Programa Polis) para la ciudad de Beja.
El Museo de Sitio y la “Plaza de la Calle do Sembrano” se encuentran entre las intervenciones a realizar en el Centro Histórico (capítulo 5 – caracterización de la intervención).
“(…) Museo de Sitio – Esta acción contempla la construcción de un edificio destinado a albergar los hallazgos de una estación arqueológica existente en el local, la cual será mantenida visible y visitable. Este edificio se constituye como un equipamiento fundamental en el ámbito de toda la intervención, contribuyendo a la dinamización de esta área ¿funcionando como un ovillo de información?, explorando su asociación al espacio público contiguo”.
“(…) Plaza de la Calle do Sembrano – El espacio adyacente al Museo de Sitio será totalmente remodelado creando un espacio público anexo al museo y de ligazón al Largo de S. Joao. Será necesaria la demolición de diversas construcciones degradadas”.
En el cronograma de la intervención se indica un plazo de doce meses para los proyectos del Museo y de la Plaza (Marzo de 2001/Febrero de 2002).
El inicio de las obras está previsto para Diciembre de 2001 (Museo) y Enero de 2002 (Plaza).

.Todo debería estar concluido en Junio de 2003.


Gonçalo Afonso Dias / Dez anos para o liso?

Traduccción de M. J. T., más conocido por nosotros como El Foliot Rojo.

viernes, abril 13, 2007

el espectáculo somos nosotros

La humanidad, que en los tiempos de Homero era un objeto de contemplación para los dioses olímpicos, ahora es un objeto de contemplación para sí misma. Su autoalienación ha alcanzado tal grado que puede experimentar su propia destrucción como un placer estético de primer orden.
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Walter Benjamin / Iluminaciones.

martes, abril 10, 2007

composición

Acabo de encontrarme con esta maravilla, aquí.
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Y tampoco está mal, nada mal, después de ver la primera, ver esta otra fotografía. Está claro que esas paredes son una obra de arte, pero también está claro que todo su futuro se reducirá a escombros. Pena.
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O que há em mim é sobretudo cansaço

O que há em mim é sobretudo cansaço
Não disto nem daquilo,
Nem sequer de tudo ou de nada:
Cansaço assim mesmo, ele mesmo,
Cansaço.
A subtileza das sensações inúteis,
As paixões violentas por coisa nenhuma,
Os amores intensos por o suposto alguém.
Essas coisas todas -
Essas e o que faz falta nelas eternamente -;
Tudo isso faz um cansaço,
Este cansaço,
Cansaço.
Há sem dúvida quem ame o infinito,
Há sem dúvida quem deseje o impossível,
Há sem dúvida quem não queira nada -
Três tipos de idealistas, e eu nenhum deles:
Porque eu amo infinitamente o finito,
Porque eu desejo impossivelmente o possível,
Porque eu quero tudo, ou um pouco mais, se puder ser,
Ou até se não puder ser...
E o resultado?
Para eles a vida vivida ou sonhada,
Para eles o sonho sonhado ou vivido,
Para eles a média entre tudo e nada, isto é, isto...
Para mim só um grande, um profundo,
E, ah com que felicidade infecundo, cansaço,
Um supremíssimo cansaço.
Íssimo, íssimo. íssimo,
Cansaço...
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Álvaro de Campos, heterónimo de Fernando Pessoa.

sábado, abril 07, 2007

el pensamiento onírico


El discreto encanto (el encantamiento discontinuo) de la religión estriba, en buena medida, en su habilidad para inculcar la incoherencia propia de los sueños en las conciencias supuestamente despiertas (de ahí los rituales adormecedores tan frecuentes en todas las religiones: salmodias, melopeas, cánticos monocordes, rezos repetitivos, etc.).
Aunque hoy podamos considerar apresurada su conclusión de que los sueños son realizaciones disfrazadas de deseos reprimidos, algunas de las observaciones de Freud sobre la actividad onírica y su relación con las pulsiones resultaron esclarecedoras, y nociones como la de “fusión de contrarios” parecen especialmente adecuadas para explicar ciertos aspectos de la mentalidad religiosa. Pues la religión no solo toma de los sueños la idea de una vida incorpórea en otro nivel de realidad, sino también su discurso irracional.
En los sueños todo es posible, y en sus dominios las cosas más incompatibles pueden coexistir e incluso llegar a confundirse. En el maleable universo onírico, puedo volar, pasar a través de las paredes, estar simultáneamente en varios lugares o participar en una acción mientras la veo desde fuera, y mi padre puede estar vivo y muerto a la vez o ser al mismo tiempo joven y viejo. Todas las noches pasamos varias horas en el mundo de los sueños, y no es de extrañar que seamos tan sensibles a su discurso “superrealista”. Un discurso que, convenientemente adaptado al mundo de la vigilia, puede convertirse en un eficaz instrumento de dominación. Y eso es precisamente lo que hace la religión, que, a cambio de la incondicional sumisión a sus preceptos, nos promete una vida incorpórea y libre de las ataduras materiales, un dulce “sueño eterno” más allá de la muerte (a la vez que amenaza a los insumisos con una eterna pesadilla). Y una vez aceptado el discurso onírico de la religión, para la mente reblandecida, retrotraída a su nocturno estado de laxitud, nada es inaceptable. Así, un Dios supuestamente justo y misericordioso puede infligir un castigo infinito a un ser de responsabilidad limitada como es el hombre. Y aunque ese Dios sea omnisciente y sepa de antemano todo lo que vamos a hacer, somos libres y plenamente responsables de nuestros actos.
Creer en el infierno, o pensar que la predestinación es compatible con el libre albedrío, no es menos demencial que aceptar un silogismo tan absurdo como: “Todos los números pares son divisibles por dos; ocho es un número par; ocho no es divisible por dos”. ¿Hay que concluir, pues, que los miles de millones de creyentes que hay en el mundo están locos? En tanto que creyentes, sí. Lo que ocurre es que, afortunadamente, hay muy pocos creyentes auténticos (y hay muchos herejes que ni siquiera saben que lo son): la inmensa mayoría son “hombres de poca fe”, como nos recuerdan las propias Escrituras. El pensamiento onírico que subyace a la devoción es un claro ejemplo de “pensamiento discreto”, discontinuo, que sucumbe de forma intermitente al discontinuo encantamiento de la religión (que alterna las proposiciones más razonables con los conjuros más disparatados).
Es probable que solo algunos místicos y visionarios se abandonen de forma permanente a la “sublime locura” del delirio religioso, del mismo modo que solo algunos dementes creen de verdad en la astrología o en la cartomancia. Igual que los tartamudos consiguen hablar a trompicones, la mayoría de los creyentes (de cualquier dogma, no solo de los propiamente religiosos) logran pensar a ratos, pero les cuesta articular un discurso coherente a partir de sus dispersos momentos de lucidez: son “tartatontos”, pensadores discretos, fáciles presas de cualquier ideología, de cualquier ilusión.
A primera vista, puede parecer extraño que el discurso de la religión sea tan palmariamente contradictorio; pero a poco que pensemos en ello nos daremos cuenta de que no podría ser de otra manera. Dios tiene que poseer todas las cualidades imaginables en grado sumo, y por lo tanto ha de ser omnisciente y omnipotente. Pero, a la vez, el hombre ha de ser libre y responsable de sus actos, pues de lo contrario no se le podría premiar ni castigar por ellos. Y si el castigo infligido a los “malos” no fuera eterno, al estar situado en otro plano de realidad y sub specie aeternitatis, su poder disuasorio sería insignificante. Si solo hubiera purgatorio, y no infierno, ¿a quién le detendría la idea de un vago castigo transitorio en el más allá si luego le sucedería una felicidad sin fin? Por otra parte, solo una pena eterna para los “malos” puede saciar la inconfesable (pero fomentada por la propia religión) sed de venganza de los “buenos”, que sufrirían un agravio comparativo si al final todos, justos y pecadores, acabaran juntos en el paraíso. Por eso la misma religión que predica el amor y el perdón amenaza a los pecadores con un castigo infinito y les promete a los justos una infinita venganza. Por eso hay un dogma que dice que Dios sabe de antemano todo lo que vas a hacer y otro que afirma que eres libre de hacerlo o no. Por eso Dios es a la vez infinitamente bueno e infinitamente cruel. Y como solo en los sueños es posible tal fusión de contrarios, la religión tiene que convertirse en un estupefaciente masivo capaz de adormecer la razón de millones de personas. El opio de los pueblos.

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Carlo Frabetti / El pensamiento onírico / Rebelión.

miércoles, abril 04, 2007

la partida

En los garitos de póquer he aprendido algunas lecciones para andar por el mundo. No es que en aquellos antros, ya lejanos, hubiera grandes maestros en nada, salvo en el arte de sacarse un as de la manga o de cambiar el mazo de cartas en el momento preciso. Allí solían sentarse a la mesa de juego, entre otros de la misma cuerda, un representante de sostenes, una marquesa consorte que había sido crupier en La Habana, un dentista que revendía en el mercado negro el oro destinado a las muelas, un médico que no sabía ni tomar la tensión, el encargado de un cementerio de automóviles y un jamonero maleducado, que se pasaba toda la partida eructando cerveza. Un día le dije a la pintora Beppo que yo, de joven, en la Facultad quise estudiar psicología. "¡Puaff, psicología!. Esa asignatura en mis tiempos de París se aprendía directamente en los burdeles", me contestó esta artista bohemia, que había sido amiga de Modigliani y luego se casó con un príncipe tunecino, al que dejó plantado en un tablao flamenco de Sevilla con la consumición en la mesa para fugarse con el guitarrista. Algunos principios básicos de psicología los aprendí después en aquellos garitos de juego según los impartían los burlangas profesionales y que cualquiera puede aplicar a la vida. Si al cabo de tres partidas de póquer no sabes todavía quién es el tonto, es que el tonto eres tú. No le tomes nunca inquina personal a un jugador concreto ni trates de humillarlo con una jugada de ventaja. Mientras tengas las cartas en la mano no metas jamás el ego en el juego. Deja tus éxitos y fracasos, la envidia y la vanidad en casa antes de meterte en la timba. Los naipes son muy veleidosos: una vez hicieron blasfemar a un mudo, porque de la baraja puede salir cualquier cosa, ya se sabe, desde un cocodrilo a un obispo. En los garitos siempre había un perdedor con las orejas incandescentes, los ojos como fresas, con un cigarrillo en los labios y otro encendido en el cenicero repleto de colillas, que envidaba una y otra vez a ciegas tratando de recuperarse con un golpe de suerte. Este caso puede aplicarse a la política. El ganador suele estar muy sereno; sabe que juega con el dinero del que pierde y se limita a aprovechar su descontrol para acabar de desplumarlo. La política, como el póquer, es un juego duro, frío, inteligente, nada temperamental. En política nunca ganan los jugadores que se calientan para recuperar el poder a toda costa e insultan al adversario sacando humo por las orejas y con un sabor de ceniza en la boca.
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Manuel Vicent /Artículo.

martes, abril 03, 2007

color: desde la azotea

Fotografía de Juan Peiró

oscuridad: lo normal, lo decente, lo demócrata, lo objetivo, la verdad...

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QUERIDOS LECTORES: como presidente del Partido Popular que soy, les debo una explicación, y se la voy a dar. Hace ya un tiempo que me vienen asombrando principalmente dos cosas: una, la cantidad de personas indecentes y anormales que hay en España. Dos, que aquí la gente se pica con nada. ¿Tan grave es autoproclamarme líder de las personas normales y decentes, y dar a entender que quien no esté de acuerdo conmigo no es decente ni normal? Pues qué quieren que les diga. Ahora ha sucedido que un importante empresario de comunicación me ha faltado gravemente al respeto a mí, a mi partido y a mis seguidores. Me siento insultado. ¡Yo!, que soy un trozo de pan bendito y jamás he dicho una palabra gruesa, que nunca de mí ha salido descalificación alguna, que soy, en resumen, una persona normal. ¿Y qué tengo que hacer ante las críticas, los insultos, las descalificaciones? ¿Rebatir, contestar con razones, declararme ofendido y solicitar inmediatamente acudir a todos los medios del susodicho empresario para dirigirme a lectores, oyentes o telespectadores? No, señor. Yo eso no lo veo normal. ¿Desde cuándo la democracia se construye con razones? Ante una situación de esta naturaleza, lo correcto, lo que debo hacer, es anunciar un boicot y hacer un llamamiento a anunciantes y accionistas para ver si puedo arruinarle. ¡Eso es lo normal! ¿O no? Como dice la japonesa de Eva Hache, "así me lo aprendí yo".
Algo habrá que hacer, supongo, alguna fórmula encontraremos para decirnos todos: pelillos a la mar
Lo que ya es el colmo y la repanocha, pero no una repanocha cualquiera, sino una repanocha colosal, es que se me invite a participar en esos medios. Esto sí ya que no. Si soy tan deleznable, ¿para qué quieren que vaya? ¿O acaso la democracia consiste en hablar con quien no está de acuerdo contigo? Yo eso no lo veo normal. Ahora bien, ya me doy cuenta de que en algún momento habrá que recomponer el desaguisado. Éste, y otros. Algo habrá que hacer, supongo, quizá hoy mismo, quizá mañana, yo qué sé, alguna fórmula encontraremos para decirnos todos: pelillos a la mar. El día que en España empecemos a tirar pelillos vamos a dejar la mar más peluda que la bañera de King Kong, pero en algún momento habrá que detener este lío. O no.
Por fortuna, en el juicio por los atentados del 11-M se va viendo la luz, y se va comprobando que el Gobierno del PP, el de todos los españoles, siempre dijo la verdad, y que nunca quisimos utilizar el terrorismo con las miras puestas en un mezquino beneficio electoral. Tengo en mi despacho enmarcadas mis declaraciones publicadas el sábado 13 de marzo de 2004, jornada de reflexión: "Tengo la convicción moral de que ha sido ETA. Ahora sería bueno un Gobierno con mayoría absoluta". Lo normal. Yo decía la verdad. Otros mentían. Eso es objetivo. Por lo menos, eso es lo que leo y oigo en los medios de comunicación que leo y oigo, que naturalmente son los que me dan la razón. ¡Por eso son independientes!
Otra cosa que no entiendo: ¿de qué se queja José Luis Rodríguez Zapatero? Con un líder de la oposición creíble, sólido y lógico, en esta legislatura las habría pasado canutas. O no.
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Antonio Martínez / Artículo.

domingo, abril 01, 2007

el imperio del consumo

Societat de consum / Fotomontaje de Josep Renau.

El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libertad de todos. Esta civilización no deja dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a la gente. En los invernaderos, las flores están sometidas a luz continua, para que crezcan más rápido. En la fábricas de huevos, las gallinas también tienen prohibida la noche. Y la gente está condenada al insomnio, por la ansiedad de comprar y la angustia de pagar.
La explosión del consumo en el mundo actual mete más ruido que todas las guerras y arma más alboroto que todos los carnavales. Como dice un viejo proverbio turco, quien bebe a cuenta, se emborracha el doble.
La parranda aturde y nubla la mirada; esta gran borrachera universal parece no tener límites en el tiempo ni en el espacio. Pero la cultura de consumo suena mucho, como el tambor, porque está vacía; y a la hora de la verdad, cuando el estrépito cesa y se acaba la fiesta, el borracho despierta, solo, acompañado por su sombra y por los platos rotos que debe pagar.
La expansión de la demanda choca con las fronteras que le impone el mismo sistema que la genera. El sistema necesita mercados cada vez más abiertos y más amplios, como los pulmones necesitan el aire, y a la vez necesita que anden por los suelos, como andan, los precios de las materias primas y de la fuerza humana de trabajo. El sistema habla en nombre de todos, a todos dirige sus imperiosas órdenes de consumo, entre todos difunde la fiebre compradora; pero ni modo: para casi todos esta aventura comienza y termina en la pantalla del televisor. La mayoría, que se endeuda para tener cosas, termina teniendo nada más que deudas para pagar deudas que generan nuevas deudas, y acaba consumiendo fantasías que a veces materializa delinquiendo.
El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libertad de todos. Dime cuánto consumes y te diré cuánto vales. Esta civilización no deja dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a la gente. En los invernaderos, las flores están sometidas a luz continua, para que crezcan más rápido. En la fábricas de huevos, las gallinas también tienen prohibida la noche. Y la gente está condenada al insomnio, por la ansiedad de comprar y la angustia de pagar. Este modo de vida no es muy bueno para la gente, pero es muy bueno para la industria farmacéutica.
EEUU consume la mitad de los sedantes, ansiolíticos y demás drogas químicas que se venden legalmente en el mundo, y más de la mitad de las drogas prohibidas que se venden ilegalmente, lo que no es moco de pavo si se tiene en cuenta que EEUU apenas suma el cinco por ciento de la población mundial.
«Gente infeliz, la que vive comparándose», lamenta una mujer en el barrio del Buceo, en Montevideo. El dolor de ya no ser, que otrora cantara el tango, ha dejado paso a la vergüenza de no tener. Un hombre pobre es un pobre hombre. «Cuando no tenés nada, pensás que no valés nada», dice un muchacho en el barrio Villa Fiorito, de Buenos Aires. Y otro comprueba, en la ciudad dominicana de San Francisco de Macorís: «Mis hermanos trabajan para las marcas. Viven comprando etiquetas, y viven sudando la gota gorda para pagar las cuotas».
Invisible violencia del mercado: la diversidad es enemiga de la rentabilidad, y la uniformidad manda. La producción en serie, en escala gigantesca, impone en todas partes sus obligatorias pautas de consumo. Esta dictadura de la uniformización obligatoria es más devastadora que cualquier dictadura del partido único: impone, en el mundo entero, un modo de vida que reproduce a los seres humanos como fotocopias del consumidor ejemplar.
El consumidor ejemplar es el hombre quieto. Esta civilización, que confunde la cantidad con la calidad, confunde la gordura con la buena alimentación. Según la revista científica The Lancet, en la última década la «obesidad severa» ha crecido casi un 30 % entre la población joven de los países más desarrollados. Entre los niños norteamericanos, la obesidad aumentó en un 40% en los últimos dieciséis años, según la investigación reciente del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Colorado. El país que inventó las comidas y bebidas light, los diet food y los alimentos fat free, tiene la mayor cantidad de gordos del mundo. El consumidor ejemplar sólo se baja del automóvil para trabajar y para mirar televisión. Sentado ante la pantalla chica, pasa cuatro horas diarias devorando comida de plástico.
Triunfa la basura disfrazada de comida: esta industria está conquistando los paladares del mundo y está haciendo trizas las tradiciones de la cocina local. Las costumbres del buen comer, que vienen de lejos, tienen, en algunos países, miles de años de refinamiento y diversidad, y son un patrimonio colectivo que de alguna manera está en los fogones de todos y no sólo en la mesa de los ricos. Esas tradiciones, esas señas de identidad cultural, esas fiestas de la vida, están siendo apabulladas, de manera fulminante, por la imposición del saber químico y único: la globalización de la hamburguesa, la dictadura de la fast food. La plastificación de la comida en escala mundial, obra de McDonald’s, Burger King y otras fábricas, viola exitosamente el derecho a la autodeterminación de la cocina: sagrado derecho, porque en la boca tiene el alma una de sus puertas.
El campeonato mundial de fútbol del 98 nos confirmó, entre otras cosas, que la tarjeta MasterCard tonifica los músculos, que la Coca-Cola brinda eterna juventud y que el menú de McDonald’s no puede faltar en la barriga de un buen atleta. El inmenso ejército de McDonald’s dispara hamburguesas a las bocas de los niños y de los adultos en el planeta entero. El doble arco de esa M sirvió de estandarte, durante la reciente conquista de los países del Este de Europa. Las colas ante el McDonald’s de Moscú, inaugurado en 1990 con bombos y platillos, simbolizaron la victoria de Occidente con tanta elocuencia como el desmoronamiento del Muro de Berlín.
Un signo de los tiempos: esta empresa, que encarna las virtudes del mundo libre, niega a sus empleados la libertad de afiliarse a ningún sindicato. McDonald’s viola, así, un derecho legalmente consagrado en los muchos países donde opera. En 1997, algunos trabajadores, miembros de eso que la empresa llama la Macfamilia, intentaron sindicalizarse en un restorán de Montreal en Canadá: el restorán cerró. Pero en el 98, otros empleados de McDonald’s, en una pequeña ciudad cercana a Vancouver, lograron esa conquista, digna de la Guía Guinness.
Las masas consumidoras reciben órdenes en un idioma universal: la publicidad ha logrado lo que el esperanto quiso y no pudo. Cualquiera entiende, en cualquier lugar, los mensajes que el televisor transmite. En el último cuarto de siglo, los gastos de publicidad se han duplicado en el mundo. Gracias a ellos, los niños pobres toman cada vez más Coca-Cola y cada vez menos leche, y el tiempo de ocio se va haciendo tiempo de consumo obligatorio. Tiempo libre, tiempo prisionero: las casas muy pobres no tienen cama, pero tienen televisor, y el televisor tiene la palabra. Comprado a plazos, ese animalito prueba la vocación democrática del progreso: a nadie escucha, pero habla para todos. Pobres y ricos conocen, así, las virtudes de los automóviles último modelo, y pobres y ricos se enteran de las ventajosas tasas de interés que tal o cual banco ofrece.
Los expertos saben convertir a las mercancías en mágicos conjuntos contra la soledad. Las cosas tienen atributos humanos: acarician, acompañan, comprenden, ayudan, el perfume te besa y el auto es el amigo que nunca falla. La cultura del consumo ha hecho de la soledad el más lucrativo de los mercados. Los agujeros del pecho se llenan atiborrándolos de cosas, o soñando con hacerlo. Y las cosas no solamente pueden abrazar: ellas también pueden ser símbolos de ascenso social, salvoconductos para atravesar las aduanas de la sociedad de clases, llaves que abren las puertas prohibidas. Cuanto más exclusivas, mejor: las cosas te eligen y te salvan del anonimato multitudinario. La publicidad no informa sobre el producto que vende, o rara vez lo hace. Eso es lo de menos. Su función primordial consiste en compensar frustraciones y alimentar fantasías: ¿En quién quiere usted convertirse comprando esta loción de afeitar?
El criminólogo Anthony Platt ha observado que los delitos de la calle no son solamente fruto de la pobreza extrema. También son fruto de la ética individualista. La obsesión social del éxito, dice Platt, incide decisivamente sobre la apropiación ilegal de las cosas. Yo siempre he escuchado decir que el dinero no produce la felicidad; pero cualquier televidente pobre tiene motivos de sobra para creer que el dinero produce algo tan parecido, que la diferencia es asunto de especialistas.
Según el historiador Eric Hobsbawm, el siglo XX puso fin a siete mil años de vida humana centrada en la agricultura desde que aparecieron los primeros cultivos, a fines del paleolítico. La población mundial se urbaniza, los campesinos se hacen ciudadanos. En América Latina tenemos campos sin nadie y enormes hormigueros urbanos: las mayores ciudades del mundo, y las más injustas. Expulsados por la agricultura moderna de exportación, y por la erosión de sus tierras, los campesinos invaden los suburbios. Ellos creen que Dios está en todas partes, pero por experiencia saben que atiende en las grandes urbes. Las ciudades prometen trabajo, prosperidad, un porvenir para los hijos. En los campos, los esperadores miran pasar la vida, y mueren bostezando; en las ciudades, la vida ocurre, y llama. Hacinados en tugurios, lo primero que descubren los recién llegados es que el trabajo falta y los brazos sobran, que nada es gratis y que los más caros artículos de lujo son el aire y el silencio.
Mientras nacía el siglo XIV, fray Giordano da Rivalto pronunció en Florencia un elogio de las ciudades. Dijo que las ciudades crecían «porque la gente tiene el gusto de juntarse». Juntarse, encontrarse. Ahora, ¿quién se encuentra con quién? ¿Se encuentra la esperanza con la realidad? El deseo, ¿se encuentra con el mundo? Y la gente, ¿se encuentra con la gente? Si las relaciones humanas han sido reducidas a relaciones entre cosas, ¿cuánta gente se encuentra con las cosas?
El mundo entero tiende a convertirse en una gran pantalla de televisión, donde las cosas se miran pero no se tocan. Las mercancías en oferta invaden y privatizan los espacios públicos. Las estaciones de autobuses y de trenes, que hasta hace poco eran espacios de encuentro entre personas, se están convirtiendo ahora en espacios de exhibición comercial.
El shopping center, o shopping mall, vidriera de todas las vidrieras, impone su presencia avasallante. Las multitudes acuden, en peregrinación, a este templo mayor de las misas del consumo. La mayoría de los devotos contempla, en éxtasis, las cosas que sus bolsillos no pueden pagar, mientras la minoría compradora se somete al bombardeo de la oferta incesante y extenuante. El gentío, que sube y baja por las escaleras mecánicas, viaja por el mundo: los maniquíes visten como en Milán o París y las máquinas suenan como en Chicago, y para ver y oír no es preciso pagar pasaje. Los turistas venidos de los pueblos del interior, o de las ciudades que aún no han merecido estas bendiciones de la felicidad moderna, posan para la foto, al pie de las marcas internacionales más famosas, como antes posaban al pie de la estatua del prócer en la plaza. Beatriz Solano ha observado que los habitantes de los barrios suburbanos acuden al center, al shopping center, como antes acudían al centro. El tradicional paseo del fin de semana al centro de la ciudad, tiende a ser sustituido por la excursión a estos centros urbanos. Lavados y planchados y peinados, vestidos con sus mejores galas, los visitantes vienen a una fiesta donde no son convidados, pero pueden ser mirones. Familias enteras emprenden el viaje en la cápsula espacial que recorre el universo del consumo, donde la estética del mercado ha diseñado un paisaje alucinante de modelos, marcas y etiquetas.
La cultura del consumo, cultura de lo efímero, condena todo al desuso mediático. Todo cambia al ritmo vertiginoso de la moda, puesta al servicio de la necesidad de vender. Las cosas envejecen en un parpadeo, para ser reemplazadas por otras cosas de vida fugaz. Hoy que lo único que permanece es la inseguridad, las mercancías, fabricadas para no durar, resultan tan volátiles como el capital que las financia y el trabajo que las genera. El dinero vuela a la velocidad de la luz: ayer estaba allá, hoy está aquí, mañana quién sabe, y todo trabajador es un desempleado en potencia. Paradójicamente, los shoppings centers, reinos de la fugacidad, ofrecen la más exitosa ilusión de seguridad. Ellos resisten fuera del tiempo, sin edad y sin raíz, sin noche y sin día y sin memoria, y existen fuera del espacio, más allá de las turbulencias de la peligrosa realidad del mundo.
Los dueños del mundo usan al mundo como si fuera descartable: una mercancía de vida efímera, que se agota como se agotan, a poco de nacer, las imágenes que dispara la ametralladora de la televisión y las modas y los ídolos que la publicidad lanza, sin tregua, al mercado. Pero, ¿a qué otro mundo vamos a mudarnos? ¿Estamos todos obligados a creernos el cuento de que Dios ha vendido el planeta a unas cuantas empresas, porque estando de mal humor decidió privatizar el universo? La sociedad de consumo es una trampa cazabobos. Los que tienen la manija simulan ignorarlo, pero cualquiera que tenga ojos en la cara puede ver que la gran mayoría de la gente consume poco, poquito y nada necesariamente, para garantizar la existencia de la poca naturaleza que nos queda. La injusticia social no es un error a corregir, ni un defecto a superar: es una necesidad esencial. No hay naturaleza capaz de alimentar a un shopping center del tamaño del planeta.
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viernes, marzo 30, 2007

tácticas de cortejo

Viñeta de Forges

No saben, queridas lectoras, cuán curiosas resultan las tácticas de cortejo de los machos dominantes en el parque. Desde mi puesto de observación oculto en las alturas (me he colocado hasta unas ramas frondosas en la ventana y me pongo pintura de camuflaje al entrar al despacho) no dejo de maravillarme ante las técnicas diversas utilizadas por los machos.

Situación uno:
Grupo de adolescentes. Cinco chicos con estética (y supongo que ética) de “malotes”: ya saben, los chicos duros de la clase. Acompañándoles, dos chicas (a las que se sumaría más tarde una tercera). Las chicas jugando el viejo juego de la guapa y la fea. La guapa – que no lo era tanto como se creía - asediada por todo el grupo, y en especial por el malote supremo, como les contaré a continuación. La fea – que con un poco de autoestima y un buen asesoramiento de imagen quizás pudiera estar mejor que la guapa “oficial” – intentando llamar la atención del grupo.
Al parecer, el grupo estaba haciendo algún tipo de trabajo escolar sobre la ciudad, pues estaban trabajando sobre un plano de Gijón que habían desplegado en el suelo. Pero claro, los malotes no iban a rebajarse hasta el punto de hacer su tarea. Se sentaron en los bancos – sobre el respaldo, obviamente, sólo los pringados se sientan en el asiento – y tan sólo uno de ellos ayudó a las chicas a que el trabajo saliese adelante. Ellas, entre tanto, se turnaban en la tarea, pues sobre todo la guapa era constante objeto de las atenciones del jefe de la manada.
El susodicho lo intentó todo: si ella estaba sentada, sentarse a su lado y abrazarla, cogerla por la cintura, apoyar su cabeza sobre su hombro o mirar discretamente - e incluso acariciar – el tatuaje tribal que lucía allí donde la espalda está a punto de perder su casto nombre…; si ella estaba de pie, ir acercándose poco a poco, empujarla, abrazarla, cogerla por detrás, frotarse rítmicamente contra su culo (así como lo oyen, le arrimó la cebolleta cosa fina, sin cortarse un pelo); si ella se iba al kiosco a comprar algo, él rápidamente se abalanzaba tras ella; si ella cogía una bicicleta, él intentaba tirarla… Todo esto adornado con interjecciones y sonidos guturales varios, dado que la profundidad del discurso de semejante gañán no daba para mucho más. La chica se hacía de rogar, de vez en cuando le apartaba o se cambiaba de sitio, pero tampoco parecía que le hiciera muchos ascos al asedio. Ya se sabe, el jefe de la banda (delgado y ágil, como todo buen jefe de banda que se precie) que se interesa por ella, la reputación que eso da, la erótica del poder, etc etc. No importa que el tipo sea feo como él solo ni que las oraciones compuestas sean para él complejos arcanos: está bueno y manda sobre la manada, y eso es suficiente. Apuesto a que tarde o temprano el malote supremo conseguirá su objetivo, si es que no lo ha hecho ya. Y es que hay gente pa tó, como decía el torero. Y tías muy tontas también…

Situación dos.
Grupo de jóvenes opositores, habituales de la biblioteca. Como de costumbre, tras hacer un breve alto para estudiar, vuelven a reunirse en el parque a flirtear, que como ya les expliqué en alguna ocasión, es el motivo principal de su presencia allí (¿y aún habrá padres que se creen que sus hijos se han pasado el día estudiando en la biblioteca?). Ellos ejecutan su danza de amor alrededor de ellas, haciendo girar el círculo, cambiando de posiciones con un paso ágil, adelantándose y retrocediendo con delicadeza… Al verlos desde la ventana, diríase que se trata de alguna contradanza para laúd y tiorba, maravillosamente ejecutada. Ellas revolotean, sonríen e intercambian míradas pícaras las unas con las otras. No en vano, saben de su poder. ¡Demonios, vaya si saben! Son bellas y ejercen como tal, sin dudar en someter a los machos con sus caprichos.
Aquí las estrategias ya son más elaboradas que las del pandillero: para algo tienen que haber servido todos esos años de universidad… Éste recurre al viejo truco de consultar dudas sobre unos apuntes; aquel cuenta sus hazañas etílicas del pasado fin de semana; el de más allá desgrana algunos chistes para hacer reír a las bellas. Pero hete aquí que hay uno en concreto en la manada que destaca por su inteligencia, y propone un juego a la más despampanante: intercambiarse las chaquetas. La cuestión es un tanto ridícula, pues aunque el interfecto es delgado va a ser difícil que no haga saltar las costuras de la ceñida chaqueta de cuero de la estilizada nínfula. Pero el plan, a la postre, se revela diabólico. Por lo pronto, ofrece a toda la manada la visión de uno de esos fenómenos que se podría considerar casi un “expediente X”: ¿cómo es posible que una camiseta tan pequeña pueda tener un escote tan grande?. De repente, es como si una Venus triunfante se hubiera aparecido en el parque. El tiempo parece detenerse. Y como no, ella se recrea en la ceremonia del desvestido: saca pecho, sonríe pícara, sacude la melena, se despereza ante los lentos rayos de sol que acarician el suave vello de sus brazos. Se intercambian las chaquetas, y el muy taimado, mientras se introduce en la femenina cazadora, recibe los gritos, quejas y caricias de la hermosa, que intenta que no rompa la prenda con su rudeza. Ella, luego, se arrebuja en la chaqueta grande mientras pestañea con cara de inocencia, lo que él aprovecha para abrazarla entre risas, gesto que ella recibe con evidente agrado. Que maestro: con un juego en apariencia ridículo se la ha metido en el bolso…Para quitarse el sombrero. Mientras tanto, los otros prosiguen su danza, pero un tanto apagada ya por la eliminación de la dama principal.
Podemos concluir de todo esto que las estrategias de cada cultura para abordar los problemas son diferentes: mientras que en la cultura más primitiva el macho necesitó desplegar una gran actividad física y le llevó bastante tiempo la conquista de la joven hembra, en el estadio de cultura más avanzado el macho utilizó básicamente su inteligencia, con una gran economía de esfuerzo, para llevar a la presa a su terreno. Sea como fuere, al final, todos cumplieron su objetivo. Es fascinante esto del apareamiento de las especies, ¿no les parece?

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jueves, marzo 29, 2007

joder, qué tropa...!

Viñeta de Ortifus

A principios del siglo XX no existía en este país ningún periódico mejor situado para las primicias que el ABC. La redacción se hallaba en el Paseo de la Castellana, junto al palacio de don Álvaro de Figueroa, Conde de Romanones, y aquellos reporteros que escribían sus crónicas con visera negra y manguitos, en medio del olor a plomo de las linotipias, eran siempre los primeros en enterarse de los cambios de gobierno. No tenían más que asomarse a la ventana y mirar hacia la terraza del palacio para comprobar si estaban puestas a orear las casacas de don Álvaro para la sesión de investidura.
En aquella época la política se cocinaba en los salones de alta sociedad al amparo de apellidos ilustres. Cuentan las crónicas que siendo el conde de Romanones nada menos que primer ministro de su majestad Alfonso XIII, se dejó tentar por la vanidad de ser nombrado académico de la Lengua, distinción intelectual con la que soñaban en la intimidad todos los grandes de España. Lo malo era que había que trabajarse los votos de los académicos uno a uno, algo que para un presidente del gobierno no dejaba de ser humillante, sobre todo porque los académicos ya entonces eran unos señores muy suyos. Aún así don Álvaro cumplió con el Vía Crucis de ir casa por casa y consiguió arrancarles el compromiso del voto. Pero la Restauración era una época enloquecida donde los gobiernos caían antes de llegar a cumplir su mandato y en medio de aquella vorágine el conde de Romanones pasó a ocupar el banco de la oposición, sin abandonar por ello sus ínfulas intelectuales. Su ingreso en la Real Academia se decidió una tarde mientras él asistía en el Congreso a un debate rutinario, al que no debió prestar mucha atención, pendiente como estaba, con el alma en vilo, de los académicos. Pero antes de que acabara la sesión parlamentaria, se le acercó un ujier con el rostro cariacontecido:
-¿Qué ha pasado?, le preguntó.
-Señor conde, no ha tenido usted ni un solo voto.
Fue entonces cuando el político se atusó los bigotes y acordándose, supongo, de las madres de todos los académicos, pronunció aquello de:
-¡Joder, qué tropa...!
Hace unos meses, Mariano Rajoy, en un alarde de ingenio, sacó a relucir la expresión refiriéndose a sus propios compañeros de partido, enzarzados en la guerra a muerte por el feudo de Madrid que mantienen Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón. Fue sólo un destello de inteligencia. A partir de aquel momento el líder del PP abandonó los dardos de la ironía fina y se metió en el fango de la España de la caverna con banderas de aguilucho rescatadas de nuestro museo de los horrores y consignas furibundas orquestadas con el himno nacional. Lástima que la lectura de nuestras crónicas parlamentarias no le permita al señor Rajoy ir más allá de la anécdota, para darse cuenta de que con semejante tropa corre el riesgo de acabar baqueteado y sin un solo voto como su admirado conde de Romanones, a quien en un país tan castizo este los académicos de la lengua en lugar de votarle terminaron tocándole los c...

Susana Fortes / Artículo

domingo, marzo 25, 2007

errata


Pues sí.
Este texto contiene una errata.

sábado, marzo 24, 2007

el estilo

Pintura de Edward Hopper

Hoy he leído dos textos, uno de ellos esta mañana, y el otro ahora mismo, y que casualidad, me llaman la atención por la tan distinta manera de hablar de lo mismo. Eso es el estilo. O eso creo yo.

jueves, marzo 22, 2007

abstracción suprematista


El cuadrado negro sobre fondo blanco de Kasimir Malevich.

martes, marzo 20, 2007

¿rumores, dónde?


Ayer pasé por el blog de Chusbg, duende de los extravíos, y leí y vi su post y me quedé sin entender el asunto de la tortilla... no acababa yo de entender eso de un día sin tortilla, ni de comprender a las gallinas manifestándose en contra de las tortillas. Ahora, después de ver la viñeta de Romeu lo he entendido perfectamente... Ay! perfectamente!.

así se juega al ping pong