sábado, abril 29, 2006

Bonnard


Me acordé de esta pintura mientras leía un post de Luis Rivera, y fui a mirarla en un catálogo que tengo del pintor, y qué cosas! es que siempre pensé que Bonnard estaba mirándose en el espejo del baño. Quizá no. Pero da igual. Unas palabras nos llevan a otras, un pensamiento a otro pensamiento, unos recuerdos a otros, un post a otro post, y así... Así sucede.

martes, abril 25, 2006

Bonnard

Siempre me han gustado los cuadros de Pierre Bonnard.

lunes, abril 24, 2006

Muackssssssss!!

Cumplimos 31 años
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!Felicidades!, guapo
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jueves, abril 20, 2006

Felicidad


... A pesar de sus treinta años, Berta Young tenía momentos como éste de ahora, en los que hubiera deseado correr en vez de andar; deslizarse por los suelos relucientes de su casa, marcando pasos de danza; rodar un aro; tirar alguna cosa al aire para volverla a coger, o quedarse quieta y reír... simplemente por nada. ¿Qué puede hacer uno si, aún contando treinta años, al volver la esquina de su calle le domina de repente una sensación de felicidad..., de felicidad plena..., como si de repente se hubiese tragado un trozo brillante del sol crepuscular y éste le abrasara el pecho, lanzando una lluvia de chispas por todo su cuerpo?¿Es que no puede haber una forma de manifestarlo sin parecer beodo o trastornado? La civilización es una estupidez. ¿Para qué se nos ha dado un cuerpo, si hemos de mantenerlo encerrado en un estuche como si fuera algún valioso Stradivarius? ...
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Katherine Mansfield / Felicidad.
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domingo, abril 16, 2006

Una carta...

De las cartas a un joven poeta


Borgeby gärd, Flädie, Suecia, a 12 de Agosto de 1904
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Quiero volver a hablar un rato con usted, querido señor Kappus, aunque no soy capaz de decir casi nada que sirva de ayuda, casi nada útil. Ha tenido usted muchas y grandes tristezas, que ya han pasado. Y dice usted que también el pasar de esas tristezas le ha resultado duro y desazonante. Pero, por favor, considere usted si esas grandes tristezas no han pasado más bien por en medio de usted, atravesándolo. Si no se han modificado muchas cosas en usted, si no ha cambiado usted en algún sitio, en alguna parte de su ser, mientras estaba triste. Sólo son peligrosas y malas aquellas tristezas que se llevan en medio de la gente, para hacerse oír; como enfermedades que son tratadas superficial y torpemente, sólo dan un paso atrás y tras una breve pausa irrumpen de forma más terrible; y se concentran en el interior y son vida, vida perdida, y de ello se puede morir. Si nos fuera posible ver más allá de lo que alcanza nuestro saber y un poco más lejos de las avanzadillas de nuestro presentimiento, tal vez entonces soportaríamos nuestras tristezas más confiadamente que nuestras alegrías. Pues esos son los momentos en que ha entrado en nosotros algo nuevo, algo desconocido; nuestros sentidos enmudecen tímidamente cohibidos, todo en nosotros se repliega, surge un silencio y lo nuevo, que nadie conoce, se alza en su centro y calla.
Yo creo que casi todas nuestras tristezas son momentos de tensión que percibimos como paralizaciones porque ya no oímos vivir a nuestros sentidos enajenados. Porque estamos solos con lo extraño que ha penetrado en nosotros; porque por un momento se nos arrebata cuanto nos es familiar y habitual; porque estamos en medio de una transición en la que no podemos mantenernos quietos. Por eso pasa también la tristeza: lo nuevo en nosotros, lo recién llegado, ha penetrado en nuestro corazón, ha llegado hasta su estancia más recóndita y ya tampoco está allí, ya está en la sangre. Y no llegamos a saber lo que era. Sería fácil hacernos creer que no ha ocurrido nada, y sin embargo nos hemos transformado, como se transforma una casa en la que ha entrado un huésped. No podemos decir quién ha llegado, tal vez nunca lo sepamos, pero muchos indicios nos indican que el porvenir entra de esa manera en nosotros para transformarse en nuestro interior mucho antes de que suceda. Y por eso es tan importante estar solo y atento cuando se está triste: porque el instante aparentemente yerto y sin acontecimientos en que nos sale al encuentro nuestro porvenir está mucho más próximo a la vida que aquel otro instante temporal ruidoso y casual en que nos acontece, como algo que llega de fuera. Cuanto más callados, pacientes y abiertos estemos cuando estemos tristes, más profunda y certeramente penetra en nosotros lo nuevo, tanto mejor lo hacemos nuestro, tanto más se convierte en nuestro destino, y el día en que "sucede" en el futuro (es decir: cuando brota de nosotros y pasa a los demás) nos sentimos próximos y afines a ello en lo más íntimo de nuestro ser. Y esto es necesario. Es necesario –y hacia ello se encaminará cada vez más nuestra evolución-, que no nos suceda nada extraño, sino sólo aquello que hace ya tiempo forma parte de nosotros. ¡Ha habido que revisar ya tantos conceptos acerca del movimiento! También se aprenderá a reconocer poco a poco que lo que llamamos destino surge del interior de los hombres, no desde el exterior hacia su interior. Sólo porque muchos seres no absorbieron sus destinos mientras vivían en su interior ni los transformaron dentro de sí, no supieron reconocer lo que de ellos brotaba; les era tan ajeno que, en su confuso espanto, creían que justamente en aquel momento había entrado en ellos, pues juraban no haber encontrado antes nunca en sí mismos nada parecido. Igual que durante mucho tiempo se estuvo en el error acerca del movimiento del sol, sigue dándose el error todavía sobre el movimiento de lo venidero. El porvenir está fijado, querido señor Kappus, pero nosotros nos movemos en el espacio infinito.
¿Cómo no nos habría de resultar difícil?
Y si volvemos a hablar de la soledad, cada vez resulta más claro que en el fondo no es algo que se pueda escoger o dejar. Somos solitarios. Nos podemos engañar sobre esto y hacer como si no fuera así. Eso es todo. Pero cuánto mejor es darse cuenta de que lo somos, sí, precisamente para salir de ello. Entonces sucederá, ciertamente, que sentiremos vértigo; pues todos los puntos en que solía descansar nuestra vista nos los han quitado, ya no hay nada cercano y todo lo lejano está infinitamente lejos. Quien fuera llevado desde su cuarto, casi sin preparación ni transición, a lo alto de una gran montaña, tendría que sentir algo semejante: una inseguridad sin igual, una entrega a lo que no tiene nombre lo dejarían casi aniquilado. Le parecería estar cayendo o creería haber sido lanzado al espacio o haber estallado en mil pedazos: ¡qué tremendas mentiras tendría que inventar su cerebro para resolver y explicar a sus sentidos la situación!. Así se modifican para el que se convierte en solitario todas las distancias, todas las medidas; de esas modificaciones muchas se producen de modo brusco, y como en aquel hombre en la cima de la montaña, surgen entonces fantasías insólitas y sensaciones extrañas que parecen rebasar todo lo soportable. Pero es necesario que también esto lo experimentemos. Debemos aceptar nuestra existencia del modo más amplio que corresponda; todo, incluso lo inaudito, ha de ser posible en ella. Esta es, en el fondo, la única valentía que se nos exige: ser valientes ante lo extraño, lo asombroso y lo inexplicable que nos pueda suceder. Que los hombres en este sentido hayan sido cobardes ha causado infinito daño a la vida; los sucesos que se denominan “apariciones”, el llamado “mundo de los espíritus” al completo, la muerte, todas estas cosas que nos son tan afines, han sido de tal modo desalojadas de la vida por el diario rechazo, que los sentidos con los que podríamos captar se han atrofiado. Y eso para no hablar de Dios. Pero el miedo a lo inexplicable no sólo ha hecho más pobre la existencia del individuo; también las relaciones entre una y otra persona han sido limitadas por él, igual que si se las hubiera extraído del lecho de un río de infinitas posibilidades y depositado en una yerma ribera donde nada sucede. Pues no es sólo la apatía la que hace que las relaciones humanas sean tan indeciblemente monótonas y se repitan sin renovarse de un caso a otro; es por miedo a alguna vivencia nueva no previsible, para la que no se cree haber crecido lo suficiente. Pero sólo quien esté preparado para todo, sólo quien no excluya nada, ni aún lo más enigmático, vivirá la relación con otro como algo vivo y agotará él mismo a fondo su propia existencia. Pues si pensamos esta existencia del individuo como un espacio mayor o menor, es patente que la mayor parte sólo llegan a conocer un rincón de su espacio, un hueco de ventana, una franja por la que andan de arriba a abajo. Así tienen una cierta seguridad. Y sin embargo es mucho más humana aquella peligrosa inseguridad que en la historia de Poe impulsa a los prisioneros a palpar las formas de su temible mazmorra y a no ser extraños al indecible terror de su estancia. Pero nosotros no estamos presos. No hay dispuestos a nuestro alrededor ni lazos ni trampas, y no hay nada que deba angustiarnos ni atormentarnos. Estamos situados en la vida como en el elemento que nos es más apropiado, y nos hemos vuelto además tan similares a esta vida por una adaptación de milenios que, cuando nos estamos quietos, apenas se nos puede distinguir, por un feliz mimetismo, de todo lo que nos rodea. No tenemos ningún motivo para desconfiar de nuestro mundo, pues no está en contra nuestra. Si tiene terrores, son nuestros terrores, si hay en él abismos, esos abismos nos pertenecen, si hay peligros en él, tenemos que intentar amarlos. Y con tal de que organicemos nuestra vida de acuerdo con ese principio que nos aconseja que debemos atenernos siempre a lo difícil, cuanto ahora nos parece lo más extraño acabará por convertirse en lo más familiar y lo más fiel. ¿Cómo podríamos olvidarnos de aquellos mitos antiguos que están en el principio de todos los pueblos, de los mitos de los dragones que en el momento supremo se transforman en princesas? Tal vez todos los dragones de nuestra vida sean princesas que sólo esperan a vernos alguna vez hermosos y valientes. Tal vez todo lo espantoso en su más profunda base sea lo indefenso, lo que quiere una ayuda de nosotros.
Así que no debe usted asustarse, querido señor Kappus, si se levanta ante usted una tristeza tan grande como no ha visto usted otra; si un desasosiego como una luz con sombras de nubes recorre sus manos y toda su actividad. Tiene que pensar que algo está sucediendo en usted, que la vida no lo ha olvidado, que ella lo sostiene en sus manos; no va a dejarle a usted caer. ¿Por qué quiere usted excluir de su vida toda inquietud, todo dolor, toda tristeza, si no sabe lo que esas situaciones producen en usted? ¿Por qué quiere usted perseguirse a sí mismo preguntándose de dónde puede venir todo esto y adónde quiere ir a parar? Pues bien sabe usted que se halla en continua transición y que nada desearía tanto como transformarse. Si algo en sus procesos le resulta enfermizo, tenga en cuenta, sin embargo, que la enfermedad es el medio con que un organismo se libera de lo que le es ajeno; así que no hay más que ayudarle a estar enfermo, a que pase por completo su enfermedad y entre en crisis, pues en eso consiste su progreso. En usted, querido señor Kappus, ocurren ahora tantas cosas...; tiene que tener usted paciencia como un enfermo y confianza como un convaleciente, pues tal vez es usted ambas cosas. Y aún hay más: usted es también el médico que tiene que vigilarse a sí mismo. Pero hay en toda enfermedad muchos días en que el médico no puede hacer sino esperar. Y ese es ante todo lo que tiene que hacer usted, mientras es su propio médico.
No se observe demasiado a sí mismo. No saque conclusiones demasiado rápidas de lo que le ocurra; deje usted sencillamente que suceda. Si no, podría usted considerar fácilmente con reproches (es decir: desde un punto de vista moral) su pasado, que naturalmente tiene que ver con cuanto le ocurre ahora. Pero lo que sigue obrando en usted de los errores, deseos y anhelos se su adolescencia no es lo que ahora recuerda y condena. Las especiales circunstancias de una infancia solitaria y desamparada son tan difíciles, tan complicadas, están expuestas a tantos influjos y al mismo tiempo tan alejadas de todo verdadero vínculo vital, que si en ellas aparece un vicio, no se le puede llamar vicio sin más ni más. Sobre todo hay que ser muy cauto con los nombres; muy frecuentemente es el nombre de un crimen el que destroza una vida, no la acción misma personal y carente de nombre, que tal vez era una necesidad muy determinada de esa vida y podía ser aceptada sin dificultad por ella. Y el consumo de energía le parece a usted tan grande sólo porque sobrevalora el triunfo; no es éste lo “grande” que usted cree haber realizado, aunque tenga usted razón en lo que siente; lo grande es que ya existía ahí algo que usted pudo poner en lugar de aquel fraude, algo verdadero y real. Sin eso su triunfo sólo habría sido una reacción moral, sin un amplio significado, pero así se ha convertido en un trozo de su vida. De su vida, querido señor Kappus, en la que pienso con tantos buenos deseos. ¿Recuerda usted cómo esa vida suya desde la niñez anhelaba llegar a ser “mayor”? Yo veo cómo ahora desde su ser mayor anhela lo aún mayor. Precisamente por eso no deja de ser difícil, pero también por eso no dejará de crecer.Y si he de decirle todavía algo, es esto: no crea usted que quien ahora está intentando consolarle vive descansado entre las sencillas y tranquilas palabras que a veces le confortan a usted. Su vida está llena de fatiga y tristeza, y queda muy por detrás de ellas. Pero de no ser así, nunca habría podido encontrar tales palabras.

Su

Rainer Maria Rilke

Rainer Maria Rilke / De las cartas a un joven poeta.

(http://emboscados.blogspot.com/2005/09/de-las-cartas-un-joven-poeta_17.html)

sábado, abril 15, 2006

Las palabras siguen llegando...

... y haciendo crecer AQUÍ la vegetación del bosque.

miércoles, abril 12, 2006

Leído en...

Las puertas del paraíso
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...es difícil amar a alguien que sea un misterio impenetrable, pero cuando en la persona no hay nada de misterioso es igualmente difícil amarla, porque el amor es busca y descubrimiento, aspiración e incertidumbre, prisa y espera, espera impaciente, pero siempre espera, el amor es ese estado particular y único de nuestros deseos, sean puros o impuros, ese estado particular y único de nuestros deseos que, al buscar su propia satisfacción, se obliga a no traspasar el límite extremo de la extrema satisfacción, porque el amor, que por su naturaleza es necesidad imperiosa de satisfacción, no es eso, no es satisfacción y jamás podrá llegar a serlo, si te conociese no podría depositar en ti mis propios deseos, porque ellos tienden a una dimensión desconocida, pero si no supiese y no lograra imaginar nada de ti debería igualmente retirarme de ti, como de un peligroso precipicio o de la corriente impetuosa de un río, el amor es anuncio y búsqueda, el amor es conquista, pero la satisfacción de los deseos lo mata, sufre perpetuamente de sed, pero toda satisfacción lo mata, es la desesperación en la contradicción de los elementos, es la soledad entre los elementos contradictorios, pero es también esperanza, esperanza siempre entre esos elementos contradictorios...
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Jerzy Andrzejewski / Las puertas del paraíso.

sábado, abril 08, 2006

La decisión...

... está tomada: Me separo del ordenata y la red de redes para arrejuntarme con un libro. Pasaré todo el fin de semana con mi amante, que está aquí conmigo, a mi lado, y que es capaz de susurrarme al oído cosas tan interesantes como esta:
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Nunca amamos a alguien en concreto. Amamos tan sólo la idea que nos formamos de alguien. Es un concepto nuestro –es, en suma, a nosotros mismos- lo que amamos.
Esto es verdad en toda la escala del amor. En el amor sexual buscamos un placer propio que nos es dado por intermedio de un cuerpo extraño. En el amor distinto del sexual, buscamos un placer propio que nos es dado por intermedio de una idea nuestra. El onanista es abyecto, pero, en rigurosa verdad, el onanista es la perfecta expresión lógica del sentimiento amoroso. Es el único que no disfraza ni engaña.
Las relaciones entre un alma y otra, a través de cosas tan inciertas y divergentes como las palabras comunes y los gestos que se emprenden, son materia de extraña complejidad. En el acto mismo de conocernos, nos desconocemos. Dicen los dos “te amo” o lo piensan y lo sienten a modo de trueque, y cada uno quiere decir una idea distinta, una vida distinta, puede incluso que un color o un aroma diferentes, en la suma abstracta de impresiones que constituye la actividad del alma.
Estoy hoy lúcido como si no existiera. Mi pensamiento está desnudo y claro como un esqueleto, sin los trapos carnales de la ilusión de la expresión. Y estas consideraciones, que formo y abandono, no nacen de cosa alguna –de cosa alguna, por lo menos, que esté en la platea de mi conciencia. Tal vez aquella desilusión del dependiente con su chica, tal vez alguna frase leída en los casos de amoríos que los periódicos cuentan de los extranjeros, tal vez incluso una vaga náusea que arrastro conmigo y que no puedo explicar físicamente…
Se equivocó el escoliasta de Virgilio. Es de comprender de lo que sobre todo nos cansamos. Vivir es no pensar.
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Fernando Pessoa / Libro del desasosiego
Traducción de Perfecto E. Cuadrado

jueves, abril 06, 2006

De nuevo tienes la palabra

Voy a poner aquí una lista con las palabras que, hasta ahora, me habéis ido diciendo que más os gustan o que habéis elegido como la más bonita. También incluyo la mía, eh, faltaba más!
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filigrana
encarnado
ébano
melancolía
maternidad
ponzoña
placer
abedul
lapislázuli
cabriola
luz
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Seguiré añadiéndolas si me las seguís dejando y conforme lo vayáis haciendo.
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Y... hummmm... toi pensando... tachán tachán... que habiendo aquí varias personas a las que sé que les gusta escribir y que además escriben muy bien... pues que si sería buena idea proponer la escritura de un relato o cuento corto conteniendo estas palabras que habéis ido aquí dejando, y que son las elegidas por cada uno. No sé... Igual no es una buena idea, igual es una chorrada, pero qué pensáis vosotros?
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Bueno, que contenta que estoy!!, apenas una hora más tarde de haber editado el post, o sea lo que queda escrito aquí arriba, y ya ha llegado la primera respuesta, ha sido Chusbg, que ha escrito este relato breve:
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Melancolía
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Aquella mujer, aquella belleza que se ofrecía en el promontorio, con su traje de una pieza, adornado con unos dibujos indefinibles de pura filigrana de color encarnado, piel de ébano y dientes blancos sin asomo de imperfección, apoyada en el único abedul, de aquella fila de plátanos que estaba paralela al mar, aquel mar de color azul que se transformaba en un color lapislázuli por efecto de la luz que ese día caía sobre la bahía, no podía disimular su melancolía, al mismo tiempo que observaba la cabriola que hizo aquella gaviota para coger el pez que nadaba con sumo placer, ajeno al peligro que sobre él se cernía, aquella mujer a veces se le escapaba una lágrima acordándose que tuvo que tomar aquella poción, aquella ponzoña, que acabó con su maternidad y que cambió su vida por completo. Aquella mujer no parecía la misma, ni su vida sería la misma a partir de ahora.
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Chusbg / 06 abril, 2006 19:30
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La segunda entrega nos llega de manos de Ana que ha escrito un relato tan breve como misterioso, que no lleva título pero que, en mi opinión, muy bien podría titularse ¿Filigrana?, así, con interrogantes:
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¿Filigrana?
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Aquella filigrana colgaba en su recuerdo como rama de abedul; la luz del otoño no consiguió disminuir la esencia; sus hojas seguían perennes. Cinco dedos tamborileaban sobre la mesa. Tallada delicadamente en lapislázuli, incrustaciones de ébano, escenas del Edén. El árbol del bien y el mal sostiene un hermoso cáliz. Cerró los ojos al sorber el encarnado contenido de la copa. La ponzoña atravesó su garganta produciendo una cabriola estomacal, dolorosa. La melancolía es un placer prohibido para quien ha perdido el fruto de la maternidad.
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Ana / 07 abril, 2006 15:19
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atención: porque tenemos una nueva palabra: reconocer.
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... y ahora son 12 palabras
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Y otra: utopía
Y tenemos 13
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La tercera entrega llega sin salir de casa, porque es la mía. Y supercontenta de colaborar con vosotros: que era todo lo que deseaba.
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Vivir es no pensar, escribió un día Pessoa
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Miro absorta cómo el sol atraviesa las ramas de un abedul. Veo cómo la luz se desliza en magistral cabriola de tibias caricias por entre sus hojas y proyecta una filigrana de sombras y luces sobre la acera. Diría que es una bella estampa: si no fuera por la melancolía que ese bailoteo de sombras me descubre en el alma. Diría también que es un placer cuando ese estado me lleva a reconocer la utopía de mi vida. Levanto la vista y miro hacia el cielo, que ahora no es el cielo sino una piedra lapizlázuli, y me veo joven y contenta con mi maternidad. Vuelo, y vuelo del pasado al presente, del presente al pasado, y mis pensamientos se confunden entre el color encarnado de la pasión y el color ébano del temor. Confusa pasión, aunque al menos: está exenta de ponzoña.
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Roma / 08 abril, 2006 19:55
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La cuarta entrega es este intenso poema que nos llega de manos de Luis Rivera:
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encarnado color de filigrana
cuando se pone el sol.
ébano es todo lo que no es luz
y su cabriola. en el paisaje
el alto abedul, ponzoña y placer
de la tierra y su maternidad
enhebra nubes en el cielo de oriente.
lapizlázuli es el color de la melancolía
del cielo inalcanzable.
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siéntate a mirar y podrás reconocer la utopía.
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Luis Rivera / 09 abril, 2006 13:51
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una nueva palabra que entra saludando: Hola
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y la suma me da: 14 .
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Y llegó la quinta entrega. La envió la simpática Nirnae desde la bonita habitación 101.
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Al sol encarnado
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Dile al Sol que estás buscando la luz perdida entre sombras de ébano dormidas. Dile que caminas con pies cansados y maternidad sufrida. Dile, quién bordea tus sentidos haciendo filigranas con susurros y cabriolas. Dile que buscas reconocer estrellas y lunas de día, que te avise con un simple "hola" cuando amanezca nocturno. Dile que abandonas con ponzoña los días de fe y canela, que no guardas más que en tu alcoba lágrimas lapislázuli pulidas y nervios como hojas de abedul molidas. Dile que sus caricias no humedecen tu placer, sino que arropan melancolía. Dile, muero. Dile, ahora, vivo por mi utopía.
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Nirnae / 09 abril, 2006 16:56
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Ya vamos por la sexta participación! Ha llegado a primeras horas de la mañana escrita por Jody Dito, y aquí está:
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¡Hola!.....La reciente filigrana plasmada sobre el duro ébano aleja la ponzoña y hace crecer la melancolía del abedul, ausente en su lomo. Feliz maternidad que trae placer al observar ese tierno color lapislázuli que emana de la cabriola del trazo, en forma de corazón (¿encarnado?), brillante luz brota de su interior al leer (JodyDito x Roma).....Hay que reconocer que es mi utopía.
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Jody Dito / 10 abril, 2006 09:07
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Increíble: Pero cierto: Siguen llegando las palabras y con ellas la ilusión
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Ya son 15: y va siendo hora de arrimarlas:
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filigrana - encarnado - ébano
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melancolía - maternidad - ponzoña
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placer - abedul - lapislázuli
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cabriola - luz - reconocer
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utopía - !Hola! - ilusión
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Tachán tachán... mucha atención... porque la siguiente es "una de vampiros" que ha llegado sigilosamente esta noche pasada mientras yo tranquilamente dormía. Su autor es Juanma Sincriterio y esta es la historia que nos cuenta:
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Ya había bebido de ella, pero la ponzoña aún no había hecho efecto. El momento del placer había pasado y, como siempre, la melancolía acompañaba la llegada de...
La primera luz del día era incapaz de atravesar la persiana bajada. Los escasos restos que lograban colarse por las rendijas dibujaban extrañas filigranas al toparse con el humo que ascendía haciendo cabriolas, dando vueltas y revueltas, del cigarrillo a medio consumir. Empezaba a sentir los cambios. Ya era prácticamente incapaz de reconocer la imagen que le devolvía el espejo. ¿Cómo había dejado que pasara ésto? El tipo sólo había dicho...
"Hola", y al instante supo que era suya. Aún se preguntaba por qué la había elegido. ¿Tal vez por sus ojos, con el ébano robando el terreno del lapislázuli al dilatarse las pupilas? Se lo preguntaba, pero no le importaba. Hacía tiempo que no le importaba nada, que sus sentimientos se habían transformado en una parodia, en una...
Ilusión. Eso había sido todo, una ilusión. Ya no recordaba la cara del tipo, pero había llegado a la conclusión de que no era más que una pesadilla encarnada. Pero las quemaduras que las escasas virutas de luz le empezaban a causar le decían que era real. Todo había acabado. No habría más paseos a mediodía, no más leer al sol apoyada en el abedul del parque. Adiós a sus sueños de amor, a sus anhelos de maternidad y familia...
Ahora el futuro era negro, y la muerte... Una utopía.
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Juanma Sincriterio / 10 abril, 2006 21:00
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Pues..., aunque parezca mentira, hasta un valiente espadachin se pasea por aquí, que cambiando espada de hierro por pluma de ave sueña con imágenes que nos revela así:
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Soñé que revelabas imágenes repletas de maternidad, ilusión y utopía. Imágenes que aparecían con un ¡hola! cortito y con sencillas cabriolas, produciendo una oscilante sensación entre el placer y la melancolía. Imágenes estampadas en un cristal profundo sobre el que la luz realizaba sus filigranas cromáticas en un ir y venir de profundos azules lapislázuli, rojos encarnados, y largas calidades del oscuro ébano. Cristal profundo sobre el que a veces podías reconocer un hermoso y calidoscópico pasillo flanqueado de abedules encantados con las hojas rutilantes, bullangueras y musicales, ante el paso de luminosidad. Imágenes que relataban el viaje de un instante prolongado y en el que la ponzoña con su cara biliosa estaba ausente.
Qué felicidad aparece con frecuencia en la ensoñación!
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Espadachín / 11 abril, 2006 11:46
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No es maravilla? Yo creo que sí: Ha llegado un nuevo texto, envíado por Marcela, ante cuya lectura me he quedado embobada, y ahora no sé qué decir, mejor os dejo con sus palabras:
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Nunca supe andarme por las ramas, ni hacer filigranas con las palabras; quizá lo encarnado me llegue hasta la punta de las orejas, quizá tu respuesta me suma en una melancolía del color del ébano, quizá la ponzoña del fracaso me lleve a reconocer que lo que quiero es una utopía, quizá simplemente te diga: ¡Hola! y ninguna palabra más vea la luz, quizá el placer de la ilusión me permita hacer una cabriola y llegar a las ramas del abedul que hay afuera, quizá te grite, quizá te regale el lapislázuli que me dio mi madre, quizá me dé por largarte un mitin sobre la necesidad de la maternidad en el mundo de hoy, quizá...quizá...quizá algún día me atreva a decirte que te amo desde siempre y que aquí estoy, esperando que llegue el valor para decírtelo.
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Marcela / 12 abril, 2006 09:30
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A ver ¿de dónde podía llegar hasta aquí la palabra consciencia si no es de un lugar donde a las palabras se las trata con la convicción de que tienen vida, mucha vida? La solución: próximamente en esta pantalla.
Y tenemos 16 palabras con las que contar
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lunes, abril 03, 2006

Tienes la palabra

La Escuela de escritores nos invita a elegir la palabra más bonita del castellano.
He estado dándole vueltas y es casi imposible quedarse con una, las hay bonitas por docenas, y he estado dudando hasta decir basta. Finalmente me he decantado por filigrana, porque estando entre mis favoritas no había sido elegida, al menos todavía, por nadie. Filigrana es, como su propio nombre indica, creo yo, una filigrana de palabra. Me gusta su sonoridad, y su cierta dificultad de pronunciación. Y se emplea y se escucha tan pocas veces que hay que hacer verdaderas filigranas para no olvidarla.

domingo, abril 02, 2006

Forges visionario

Glup! , jajaja, jajaja, voy a tener que hacerle caso a Forges y coger un libro y ponérmelo de sombrero en la cabeza.