lunes, diciembre 19, 2005

Balada de lo que oí


No supe quién me lo dijo.
El acento, divino.

No supe quién me lo dijo.
No corrí tras los detalles
cuando oí lo infinito.

No supe quién me lo dijo.
Lo oí.
¡Dichoso el oído mío!

En ese instante se hizo en mí lo armonioso.
Lo que oí va eterno y limpio.

Enriqueta Arvelo Larriva

1 comentario:

Mármara dijo...

Me encanta, ésta. Cuántas veces hacemos oidos sordos a la Vida. Y, qué bendición, cuando somos capaces de escucharla.