sábado, mayo 20, 2006

Inaudita declaración de amor



… -¡Oh! El amor no es nada si no es la locura, una cosa insensata, prohibida y una aventura en el mal. Si no es así es una banalidad agradable, buena para servir de tema a cancioncitas tranquilas en las llanuras.
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…-Oh, el amor, ¿sabes…? El cuerpo, el amor, la muerte, esas tres cosas no hacen más que una. Pues el cuerpo es la enfermedad y la voluptuosidad, y es el que hace la muerte; sí, son carnales ambos, el amor y la muerte, ¡y ése es su terror y su enorme sortilegio! Pero la muerte, ¿comprendes?, es, por una parte, una cosa de mala fama, impúdica, que hace enrojecer de vergüenza; y por otra parte es una potencia muy solemne y majestuosa (mucho más alta que la vida risueña que gana dinero y se llena la panza; mucho más venerable que el progreso que fanfarronea por los tiempos) porque es la historia y la nobleza, la piedad y lo eterno, lo sagrado, que hace que nos quitemos el sombrero y marchemos sobre la punta de los pies… De la misma manera, el cuerpo también, y el amor del cuerpo, son un asunto indecente y desagradable, y el cuerpo enrojece y palidece en la superficie por espasmo y vergüenza de sí mismo. ¡Pero también es una gran gloria adorable, imagen milagrosa de la vida orgánica, santa maravilla de la forma y la belleza, y el amor por él, por el cuerpo humano, es también un interés extremadamente humanitario y una potencia más educadora que toda la pedagogía del mundo…! ¡Oh, encantadora belleza orgánica que no se compone ni de pintura al óleo, ni de piedra, sino de materia viva y corruptible, llena del secreto febril de la vida y de la podredumbre! ¡Mira la simetría maravillosa del edificio humano, los hombros y las caderas y los senos floridos a ambos lados del pecho, y las costillas alineadas por parejas y el ombligo en el centro, en la blandura del vientre, y el sexo oscuro entre los muslos! Mira los omoplatos cómo se mueven bajo la piel sedosa de la espalda, y la columna vertebral que desciende hacia la doble lujuria fresca de las nalgas, y las grandes ramas de los vasos y de los nervios que pasan del tronco a las extremidades por las axilas, y cómo la estructura de los brazos corresponde a la de las piernas. ¡Oh, las dulces regiones de la juntura interior del codo y del tobillo, con su abundancia de delicadezas orgánicas bajo sus almohadillas de carne! ¡Qué fiesta más inmensa al acariciar esos lugares deliciosos del cuerpo humano! ¡Fiesta para morir luego sin un solo lamento! ¡Sí, Dios mío, déjame sentir el olor de la piel de tu rótula, bajo la cual la ingeniosa cápsula articular segrega su aceite resbaladizo! ¡Déjame tocar devotamente con mi boca la Arteria femoralis que late en el fondo del muslo y que se divide, más abajo, en las dos arterias de la tibia! ¡Déjame sentir la exhalación de tus poros y palpar tu vello, imagen humana de agua y de albúmina, destinada a la anatomía de la tumba, y déjame morir con mis labios pegados a los tuyos!
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Thomas Mann / La montaña mágica.

3 comentarios:

Luis Rivera dijo...

¿Un párrafo fetichista o la disección de un entomólogo? Fuera del contexto de La Montaña Mágica, su lectura es realmente sorprendente y sugerente. Ha sido una muy buena idea.
Saludos

Roma dijo...

Jajaaa, ¿fetichismo o la disección de un entomólogo?, no sé... Es gracioso lo que dices, y también me ha resultado interesante y sorprendente tu percepción de la lectura sacada del contexto. Curiosas cosas somos capaces de ver cada persona!
A mí este párrafo ya me lo sacaron de contexto, en su día, sin que yo hubiera leído la novela.
Lo encuentro muy original así, y con un erotismo oculto detrás de cada hueso o arteria, es un "enamoramiento" de la materia orgánica que contiene al objeto de pasión.
Pero, en fin, sobran las palabras, las mías quiero decir, pues ahí están las de Hans Castorp-Thomas Mann para decirlo.
Un abrazo

Roma dijo...

Jajaaa, Chusbg, pues prueba a declararte así a ver qué ocurre. Este personaje está enfermo y está en un sanatorio, allí es dónde conoce a una mujer de la que se enamora, y este texto es parte de una conversación que tiene con ella, en la que, por si no lo sabes, esta es la contestación de ella:
-Eres, en efecto, un adulador que sabe solicitar de una manera profunda, a la alemana...
-...Esta noche la línea de tu fiebre será muy mala...
-...No olvides devolverme el lápiz.

En fin, una respuesta como un jarro de agua fría. No crees?

Espero que tú tengas más suerte que Hans Castorp.

Un abrazo