Cada cuerpo con su deseo
y el mar al frente.
Cada lecho con su naufragio
y los barcos al horizonte.
Estoy cantando la vieja canción
que no tiene palabras.
Cada cuerpo junto a otro cuerpo,
cada espejo temblando en la sombra
y las nubes errantes.
Estoy tocando la antigua guitarra
con que los amantes se duermen.
Cada ventana en sus helechos,
cada cuerpo desnudo en su noche
y el mar al fondo, inalcanzable.
Eugenio Montejo
y el mar al frente.
Cada lecho con su naufragio
y los barcos al horizonte.
Estoy cantando la vieja canción
que no tiene palabras.
Cada cuerpo junto a otro cuerpo,
cada espejo temblando en la sombra
y las nubes errantes.
Estoy tocando la antigua guitarra
con que los amantes se duermen.
Cada ventana en sus helechos,
cada cuerpo desnudo en su noche
y el mar al fondo, inalcanzable.
Eugenio Montejo
3 comentarios:
Roma, no conozco a este poeta, pero estos dos poemas que nos has puesto, sobre todo este último, me han encantado. Supongo que habrá que intentar conseguir algo suyo. Gracias por el descubrimiento.
Que hermoso (y duro) eso de "cada cuerpo con su deseo/y el mar al frente/Cada lecho con su naufragio/y los barcos al horizonte". Buf.
Me alegro mucho de verte otra vez en acción y proponiendonos como siempre textos que nos hacen meditar, pero si el texto nos hace meditar a mi me hace meditar mucho más esta foto, que por cierto guardo en mi colección y seguro que me valdrá cuando haga algún artículo sobre la paz, la quietud o la grandeza de comtemplar como navega un barquito en ese mar que nos transmite tanta calma.
Un saludo
Buen poema, sí.
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