martes, octubre 10, 2006

sobre la traducción

“El proceso de traducción es mucho más rico que el producto final”, apunta Suzanne Levine en Escriba subversiva: una poética de la traducción. Es que el backstage del trabajo de traducción literaria es un itinerario que comienza en una lectura atenta, seducida por el texto original, nacido en otra lengua, tal vez al otro lado del mar: “La atracción es el motor de la traducción”, dice Louis Jolicoeur, escritor del Quebec, traductor de Onetti y Kociancich, en un libro que en castellano podría llamarse La sirena y el péndulo. Atracción y estética en la traducción literaria. En ese libro encuentro una cita que me interesa. Procuro una traducción:
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Tengo sentimientos que varían según las palabras que empleo. Me sucede estar desesperado en una lengua y apenas triste en otra. Cada lengua nos hace mentir sobre nosotros mismos, con excepción de una parte de los hechos; pero en la mentira hay una afirmación, y es una manera de ser en un momento determinado; muchas lenguas a la vez nos desconocen, nos fragmentan, nos dividen en nosotros mismos.
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La cita pertenece a Héctor Bianciotti, quien escribe en castellano y en francés. Posiblemente Bianciotti haya escrito estas palabras en castellano, y luego en francés, traduciéndose a sí mismo. O tal vez Jolicoeur las haya traducido al francés, y ahora vuelven al castellano, seguramente diferentes. ¿Cuál de las versiones será la más fiel a eso que el autor siente?
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Inseguridad, insatisfacción, infidelidad. Las angustias que inundan a quien intenta reescribir en una lengua lo que alguien ha escrito en otra. Dice Raúl Dorra en su artículo La fidelidad del traductor: “Cualquier mensaje no sólo dice sino también calla, tiene algo cuyo significado se nos escapa.”
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Leo en un libro bien ajeno al discurso teórico:
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Puede decirse que los Hombres Sabios no son más que una vana multiplicación del Narrador. (...) Casi todos llevan un loro en el hombro. La función de estas aves es repetir las palabras de su dueño, para enfatizarlas o para facilitar su comprensión. Algunos, sin embargo, opinan que no hay tal repetición y que los loros se limitan a pronunciar unas palabras confusas, que se parecen lejanamente a las que acaban de oír. Es el entendimiento turbio (...) el que da por idénticos a ambos discursos.
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Alejandro Dolina, Bar del Infierno.
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En estas palabras se nombran puntos centrales de las teorías sobre traducción literaria. ¿Es posible traducir literatura? ¿La traducción es una repetición? ¿Una operación de equivalencias, como la que se requiere para convertir pulgadas a centímetros, o galones a litros? ¿Es apenas una lejana aproximación, un concierto de palabras semejantes? ¿Una interpretación de una partitura con un instrumento diferente de aquél para el que fue concebida? Y por último, ¿por qué se llega a dar por idénticos a dos discursos escritos en lenguas diferentes? Ocurre que en el bar de Dolina, como en los libros traducidos, tiene lugar esa ilusión según la cual la lectura de un libro traducido es la lectura del libro original: “Nadie dice lo que dice, nadie oye lo que oye, nadie escribe lo que escribe.” Nadie. O, como dijera Lawrence Venuti, alguien invisible: el traductor.
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¿A quién leemos cuando leemos Hojas de hierba? ¿A Whitman, a Borges? En Memorias de Adriano, ¿leemos a Yourcenar o a Cortázar? ¿Leemos a Kovadloff o a Pessoa en el Libro del desasosiego? En literatura, las ediciones bilingües permiten al lector confrontar las escrituras en ambas lenguas y disipan la ilusión de leer al autor. También dejan entrever el trabajo de reescritura, y participan de la idea de que toda traducción es una de las posibles versiones; un borrador más, con el mismo estatuto del texto original. Como gustaba decir Borges: “El concepto de texto definitivo no corresponde sino a la religión o al cansancio”. Podríamos agregar: y al copyright. Pensemos, por ejemplo, en las traducciones al español de los seminarios de Jacques Lacan, cuyos derechos de autor ostenta Miller, su albacea. “Texto establecido por Jacques-Alain Miller - Única edición autorizada”, advierten los libros inmediatamente después de consignar el nombre del traductor.
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La idea de la traducción como reescritura de versiones se hace más palpable cuanto mayor es la distancia, en el tiempo y en el espacio, entre los sistemas lingüísticos en relación. Muchas veces se ponen a dialogar dos lenguas cercanas, en el tiempo, en el espacio o en sus orígenes. ¿Pero qué leemos cuando leemos libros lejanos?
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Abro el I Ching, quiero decir, uno de los posibles I Ching. Se trata de una edición argentina de 1975. Está en español gracias a la traducción de D. J. Vogelmann. Pero ocurre que éste no ha traducido el texto original chino, sino la versión alemana de Richard Wilhelm, de la década del ‘20 del siglo pasado. Es de esa versión que Vogelmann ha hecho la “estricta traducción”, según proclama en la presentación. Es decir que el I Ching, el Libro de las mutaciones, posiblemente escrito con anterioridad al año 1000 antes de Cristo, ha sufrido dos metamorfosis para llegar a nuestra lectura. Un libro escrito en una lengua muy distante, en un contexto remoto. ¿Se puede leer el I Ching en español, en la Argentina, tres mil años después? ¿El proceso de su traducción es comparable al de esta poesía italiana, escrita en un campo y en un idioma tan cercanos?
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Dice Vogelmann: “Las connotaciones y los matices de los caracteres ideográficos chinos son tan ricos y flexibles que a menudo varias formas de traducción (...) pueden considerarse igualmente acertadas. La conjetura y la intuición de los traductores del chino clásico desempeñan un valor indiscutible.” La explicación de Vogelmann recuerda al bar de Dolina y a la ilusión de leer el texto original que alimenta este juego de versiones.
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La palabra justa es también una ilusión. El deseo de comunicación se frustra permanentemente, a menudo cuando parece estar a punto de consumarse. “Un mensaje se constituye en la medida en que se transforma. La traducción es una variedad, una de las múltiples formas de la rotación de los signos”, dice Dorra. En el momento inicial de esa rotación, en el parto del texto primero, la escritura es ya un intento de traducción: ¿se escribe lo que se quiere decir? ¿Son ésas las palabras precisas, y no otras? ¿Existen palabras para decir eso que se quiere decir?
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Como señala Jorge Accame, en la etimología de la palabra “traducir” se encuentra “transportar”, y también, “hacer cruzar” y “vivir”: hacer cruzar la vida a través del tiempo. El traductor aparece como “mediador interlingüe”, siguiendo el concepto de Sergio Viaggio (cuyo apellido está en el centro de esta idea). Un barquero que viaja con el texto en la travesía geográfica y lingüística, aproximándolo al puerto de destino, de orilla a orilla; los textos, como barcos cruzando mares; al timón incierto los traductores, atisbando el compás entre la niebla. Como en todo viaje, el traductor siempre deja algo, algo pierde siempre. Dice Sartre en ¿Qué es la literatura?: “Toda cosa que se nombra ya no es la misma: ha perdido su inocencia.” En el viaje de la traducción, toda palabra se transforma en una palabra extranjera, es decir, extraña.
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Me gusta pensar la traducción como un viaje: cuando se exponen los pasos de la escritura de estas traducciones, se están registrando las vicisitudes de ese recorrido; un cuaderno de bitácora de la traducción, indicando en la carta canales y escolleras, naufragios y balizas, faros y bahías y bajofondos.
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Si una parte de la vida mora en las palabras, traducir es proyectar la vida de unas palabras en otro tiempo, en otro paisaje, en otras palabras. Sucede que eso que está en las palabras, y sobre todo en la palabra poética, se refugia en un puerto tan inaccesible como necesario. En la travesía de esa navegación, que tiene siempre el nombre de derrota, se juega un juego eterno que encuentra viento en la insatisfacción, en la carencia de puerto. “Más que capturar el objeto lo estamos perdiendo siempre, como a todo objeto que se ofrece a nuestro deseo”, dice Susana Romano en Consuelo de lenguaje. Deseo y pérdida, búsqueda y nostalgia: se llega a puerto, pero ya en el muelle el destino parece siempre diferente del buscado. Leo en el mismo libro: “La pena es no toda. Está el camino del deseo que se va poniendo en escena, a medida que buscamos el objeto perdido de antemano.”
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Gastón Sironi / Sobre la traducción.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

El problema es que conocer es traducir, incluso cuando leemos en nuestro idioma propio y tomamos un cambiamos un matiz del autor por un matiz nuestro. La belleza de Shakespeare en inglés es otra que cuando está traducido al español, pero su fuerza expresiba es aproximada. La fidelidad del traductor es para con el autor. Salinas tradujo ·"La recherche du temps... " y conjsigue una obra de arte.
A veces creemos que leemos fielmente y somos nosotros los malos traductores. Disiento de la reflexión sobre Mann: La Montaña Mágica ha sido traducida dos veces al castellano y tengo las dos ediciones. En la segunda la traductora ha tratado de modernizar el texto en funci´çon de que vivimos en 2007. Licencia no pedida, fracaso... La primera, que es de 192... algo es perfecta porque uno tiene la impresión de estar en el tiempo. El traductor o es fiel o es vanidoso. Si el traductor es bueno leemos a Mann, si es malo leemos una chapuza. Y con todo esto deberíamos, además, de leer bien.

eruyj; nada

Mármara dijo...

Entonces, detrásdelreflejo, ¿qué propones, que no leamos nada que esté traducido?

Roma dijo...

A mí este texto me parece que para nada quiere significar que no tengamos que leer traducciones de otros idiomas. Lo que en este texto ha sido revelador para una servidora ha sido precisamente lo que ha venido a decir Luis en su comentario: que traducimos siempre, incluso desde nuestro propio idioma. Al leer, traducimos. Al mirar, traducimos. El conocimiento que uno tenga, el que sea, pero que es el suyo propio, nos propicia la traducción "al gusto".
Y del texto, creo haber sacado también una idea, un poco abstracta, quizá, y no la voy a saber transmitir aquí, pero lo intento, a ver... que el mismo autor se traduce, al escribir, lo escrito por él mismo. A ver, más allá aún voy a ir, pues me ha dado la idea de que todo lo que hacemos todos siempre es precisamente traducir, traducirlo todo.
Así que la conclusión del texto que yo he sacado no es contra la traducción, sino que lo que me ha hecho ver es que todo es siempre traducción.
Me encanta el tema... me habré leído ya este texto... no sé las veces... lo encontré ayer en la red, he puesto el enlace, el vínculo a la página en donde lo leí, y es que me gustó tanto...

yo, la peor de todas dijo...

la traducción es una interpretación puesto que el punto de vista objetivo no existe, es decir se realiza bajo una visión puramente subjetiva e interpretativa del traductor: siempre leeremos su punto de vista y nos condicionará. El mismo problema existe con las antologías (a veces muy peligrosas puesto que se reducen a un punto de vista único y el antólogo decide qué debe incluirse o no) En definitiva, como bien dices roma, siempre interpretamos.

el foliot rojo dijo...

El tema es en verdad apasionante. Yo llegué muy joven a la conclusión de que para captar en toda su verdad un texto era importante poder leerlo en su versión original: de ahí la importancia de aprender idiomas. Por desgracia, la tarea de aprender no es fácil y no siempre se puede acudir al original... Eso sí, uno quedaba como un rey. Cuando se es un adolescente en busca de identidad, decir por ejemplo que para Reyes te han regalado las obras completas de Mallarmé en edición bilingüe farda un montón...
Bueno, en francés debo reconocer que no soy capaz de leer. En gallego hago mis pinitos desde hace años gracias a X. Al portugués llegué de mano de Pessoa y de algún otro poeta, y ahí me defiendo. El inglés ha sido mi gran apuesta en los últimos años y ya leo con bastante fluidez, lo que abre las puertas a un mundo inmenso de publicaciones no editadas en castellano... En fin, no me tiro más el pegote. Lo que quería decir es que quizás lo que me resulta más curioso es leer en asturiano, y sobre todo en un caso muy especial: Xuan Bello. Xuan Bello escribe en asturiano y él mismo ha traducido luego algunos de sus libros al castellano. La experiencia de leer "Historia Universal de Paniceiros" en ambas lenguas, aún siendo maravillosa, deja mejor parado al asturiano (¿quizás por ser la lengua original en que se creó?). No deja de ser curioso ver cómo el autor utiliza el castellano al traducirse, siendo además traductor de otras lenguas y estando habituado a las trampas y trucos de la traducción. Probablemente otro traductor daría un sentido diferente al texto de Xuan Bello y quizás no consiguiera traducirlo con idéntica fidelidad.
Sobre la cuestión de la traducción leí en una ocasión, para un trabajo de la facultad, dos novelas muy buenas: "El testamento francés" de Andrei Makine, y sobre todo, "Rumbo al Sur, deseando el Norte", de Ariel Dorfman, que recomiendo vivamente a todo el que esté interesado en las lenguas y en la experiencia del bilinguismo.
Coincido en esa idea de que el mismo autor se traduce al escribir. Es sugerente.
Pienso también que la traducción no es inmutable. El mismo traductor probablemente traduciría de manera diferente un mismo texto si repitiera el trabajo unos meses más tarde. Hasta el propio autor, creo yo, traduciría de manera diferente, pues cada lectura no deja de ser diferente también...
Y no me enrollo más. Por cierto, ahnlv, que, os traduzco, significa buenas noches en araucano.

chusbg dijo...

En derecho hay un aforismo que dice "lo que está claro no necesita interpretación" se refieren a las leyes, pero claro luego los hechos te dan la razón Roma, España es la tercera nación de Europa que tiene más abogados y yo creo que es porque cada abogado hace una traducción o le busca un recoveco a cada coma de una ley, ya no digo a una palabra, cada uno interpreta una cosa y sin embargo es una ley. Cuanto más ocurrirá esto cuando el texto es por ejemplo una novela que pretende definirnos cosas a veces indefinibles, sentimientos o cosas más difíciles de definir y cada uno tenemos nuestras palabras y nuestro estilo, los traductores también, el que las escribe las expone de una forma el que traduce las expone de otra y el que las lee de otra.

He hecho algún curso de asertividad y nos hacían un ejercicio que te ponía los pelos de punta.

Estábamos en clase, y sacaban fuera siete personas, entonces el profesor contaba una historia muy corta y muy facil, de unas pocas frases, uno de nosotros se la contaba a uno de los que estaban fuera, éste luego, lo que le habían contado, que ya no era exactamente lo mismo, se lo relataba a otro de los de fuera que entraba, y así sucesivamente hasta que entraban los siete, uno se quedaba atónito viéndolo pues la historia que nos había contado el prefesor ya no tenía pero nada que ver con la que al último de los que entraban le contaban, pero cuando digo nada que ver es que no se parecía en nada.

Otra cosa que yo a veces pienso es que los idiomas, en realidad son eso, formas de explicar de manera diferente una misma cosa, cada uno con su cultura y tradición, en castellano por ejemplo, decimos para expresar que una cosa te queda divinamente "te está como anillo al dedo" lo mismo, los ingleses lo pueden expresar como guante en mano. (hand in glove, si los que traducen fueran capaces de encontrar una manera de expresarse así, que pueda significar lo mismo, la traducción podría ser perfecta en algún caso, pero que todo tenga la traducción perfecta y que además la encontremos parece una tarea imposible, habrá traductores que se acerquen más al sentido que le quiere dar el autor a sus textos, y a veces vemos a los traducidos que lo dicen, y las editoriales serias lo que hacen es eso, poner en contacto al traductor y al traducido para que la cosa salga lo más fiel posible.

Un saludo

fongwx suena a chapiñon italiano si lo traducimos me parece que se dice fungui

yo, la peor de todas dijo...

mal aforismo emplean puesto que el derecho no existiría no habría abogados ni jueces ya que las leyes las hacen personas (alguien las redacta bajo un punto de vista y esa redacción da pie a su interpretación) La complejidad del lenguaje provoca que todo lo que aparentemente se fija a través de las palabras sea relativo y transitorio. La propuesta de la herméutica por lo tanto es la de esclarecer y fijar un significado medianamente coherente pero siempre variable y sustituible por otra interpretación posterior. No es lo mismo interpretar la Odisea en el siglo XXI que en el siglo XIX. Cada tiempo histórico y cada lector ofrece un abanico de posibilidades en la intrepretación de cualquier texto u obra literaria. Un tema apasionante.

Anónimo dijo...

Creo que siempre que uno pueda, leer en el idioma original tiene al menos una virtud: hay menos intermediarios. (Me gustó la idea de que igual siempre hay una "transducción", incluso desde la idea del autor hasta la escritura).
Dicho esto, y siendo que dificilmente podamos reunir la primera condición (poder entender realmente cualquier idioma, de cualquier época) el traductor cumple un rol esencial como "re-creador", si es bueno. Recuerdo el placer que me producía la prosa poética (en castellano) de Saramago, y que ya entonces era consciente de que al menos parte del mérito debía ser del traductor, Basilio Losada. Lo comprobé con la pérdida experimentada cuando pasó a traducirlo Pilar del Río. Y bue, cosas del amor...
En otro orden de cosas, en Alicia en el País de las Maravillas la mejor traducción a la que tuve acceso corresponde a una colección infantil. Mientras las "colecciones serias" apenas "castellanizaban" las palabras inventadas, y ponían como nota al pie "juego de palabras intraducible", este traductor los re-creaba, permitiéndote participar del juego. Tal vez se permitía la libertad porque "total" era para niños. En cuanto encuentre los volúmenes (que veo que "faltan" en mi biblioteca) te transcribo algún párrafo como ejemplo.

yo, la peor de todas dijo...

Asistí a varias clases de Basilio Losada en la facultad, fue una gozada tenerlo de profesor. Me ha hecho gracia que lo mencionaras.

Roma dijo...

Es muy buena idea, Orbis Tertius, que nos pongas algun párrafo en cuanto encuentres el libro, sería estupendo.

Anónimo dijo...

¡Encontré los libros! Van un par de ejemplos que no se si serán los más demostrativos:
En el capítulo The Mock's turtle story, la tortuga cuenta como era la escuela del fondo del mar, y lo que estudiaban. Por ejemplo " 'Reeling and Whrithing, of course to begin with', the Mock Turtle replied;'and then the different branches of Arithmetic -Ambition, Distraction, Uglification, and Derision'".
En una versión seria (que por cierto ES excelente, porque la mala se ve que la tiré), traduce:
"Para empezar, tambaleando y retorcido (*), respondió la Falsa Tortuga, y luego las distintas formas de la Aritmética: Ambición, Distracción, Feificación e Irrisión(**)"
En las referencias (* y **) aclaraba que en el original reeling y writhing hacían burla de reeding y writing. Y lo mismo con la otra referencia.
En la versión "para niños" decía:
"En primer término Lentura y Estrujadura, y luego todas las ramas de la Aritmética: Ascensión, Retracción, Feificación y Diversión".
Tal vez más notable es luego, que hablando del estudio de lenguas clásicas el original dice: "he taught Laughing and Grief, they use to say".
La versión seria traduce: "Enseñaba Risa y Llanto" (y aclara luego el juego de palabras en las referencias).
La versión infantil dice: "Enseñaba Patín y Riego" y se atreve a agregar el traductor de su propia cosecha(!)"con todas las Enjugaciones y Reclinaciones y ejercicios en la tos activa y la tos pasiva"
Al menos a mi me divertía muchísimo.

Para Juana Inés: Lo de Basilio Losada, es un merecido homenaje (muy modesto por cierto) de mi parte (y tal vez desagravio, quién sabe...)

Roma dijo...

Los encontraste porque los buscaste, apuesto algo.
Me ha parecido fabuloso, Orbis Tertius, el contraste de las traducciones, y he recordado un libro que tengo, que también he ido a buscarlo, jajaaa, se titula Alicia en el país del lenguaje, de Marina Yaguello, y pensaba copiar aquí unos párrafos, pero creo que mejor lo pondré en un post, pues es un poco largo.
Muchas gracias por el detalle que nos has regalado, me ha gustado mucho.
Ah, y Juana Inés? es La Peor de Todas? jajaaa, eso sí que es un detallazo.

chjtjxi: Uy!, peeero si tengo un hermano que se llama así.