viernes, enero 20, 2006

Soñando con Goya

Sueño de Francisco de Goya y Lucientes, pintor y visionario.
.
La noche del primero de mayo de 1820, mientras su intermitente locura lo visitaba, Francisco de Goya y Lucientes, pintor y visionario, tuvo un sueño.
Soñó que estaba con su amante de juventud bajo un árbol. Era la austera campiña de Aragón y el sol estaba en lo alto. Su amante estaba sentada en un columpio y él la empujaba por la cintura. Su amante llevaba un pequeño parasol de encaje y reía con risas breves y nerviosas. Después su amante se dejó caer y él la siguió, rodando por el prado. Se deslizaron por la pendiente de la colina hasta que llegaron a un muro amarillo. Se asomaron por encima del muro y vieron unos soldados, iluminados por un farol, que estaban fusilando a un grupo de hombres. El farol era una incongruencia en aquel paisaje soleado, pero iluminaba lívidamente la escena. Los soldados dispararon y los hombres cayeron, cubriendo los charcos de su propia sangre. Entonces Francisco de Goya y Lucientes sacó el pincel de pintor que llevaba en el cinturón y avanzó blandiéndolo amenazadoramente. Los soldados, como por encanto, desaparecieron, asustados ante aquella visión. Y en su lugar apareció un gigante horrendo que devoraba una pierna humana. Tenía el pelo sucio y el rostro lívido, dos hilos de sangre se deslizaban por las comisuras de su boca, sus ojos estaban velados, pero se reía.
¿Quién eres?, le preguntó Francisco de Goya Y lucientes.
El gigante se limpió la boca y dijo: Soy el monstruo que domina a la humanidad, la Historia es mi madre.
Francisco de Goya y Lucientes dio un paso y blandió su pincel. El gigante desapareció y en su lugar apareció una vieja. Era una bruja sin dientes, con la piel apergaminada y los ojos amarillos.
¿Quién eres?, le preguntó Francisco de Goya y Lucientes.
Soy la desilusión, dijo la vieja, y domino el mundo, porque todo sueño humano es un sueño breve.
Francisco de Goya y Lucientes dio un paso y blandió su pincel. la vieja desapareció y en su lugar apareció un perro. Era un pequeño perro sepultado en la arena, de la que sólo sobresalía la cabeza.
¿Quién eres?, le preguntó Francisco de Goya y Lucientes.
El perro alzó el cuello y dijo: Soy la bestia de la desesperación y me burlo de tus penas.
Francisco de Goya y Lucientes dio un paso y blandió el pincel. El perro desapareció y en su lugar apareció un hombre. Era un viejo grueso, con el rostro hinchado e infeliz.
¿Quién eres?, le preguntó Francisco de Goya y Lucientes.
El hombre esbozó una sonrisa cansada y dijo: Soy Francisco de Goya y Lucientes, contra mí no podrás hacer nada.
En aquel momento Francisco de Goya y Lucientes se despertó y se encontró solo en su cama.
.
Antonio Tabucchi / Sueños de sueños.
Traducción de Carlos Gumpert Melgosa y Xavier González Rovira.

10 comentarios:

Mármara dijo...

No hay casualidades, en esta vida.
Hoy he querido leer este sueño de Goya, después de responder a tu correo. Cuando lo leas, ya me contarás.

Yayogakks dijo...

Buenos días!

Bueno, no es ni Freund ni L. Freud pero está bien! :-)

No, no somos inglesas pero - ya es algo anglófila y - gakk se ha contagiado en la faceta títulos.

A - gakk le interesa mucho el mundo de la imagen y - ya hace lo que puede con el lenguaje.

- ya y - gakk

Ana dijo...

Soñando con Klimnt




En la madrugada del once de diciembre de 1906, Gustav Klimnt dormía plácidamente en su casa vienesa mientras abrazaba a su amante; le gustaba dormir aspirando el suave aroma que desprendía el cabello de Emilie. El brazo derecho de Gustav servía de almohada a la dama, los cinco apéndices del brazo izquierdo de Gustav recorrían la geografía femenina desde las montañas del norte, hasta los bosques del sur. Esa noche, Gustav soñó que cien años después, en un lugar extraño para él, una joven celebraba su cumpleaños balanceándose con el sonido de una extraña música, no sabía ubicar el lugar donde se encontraba, era un caño, pero no había agua, vio una luz, pero estaba oscuro; bajo el resplandor instantáneo del albor blanquecino que iluminó el rostro de aquella mujer surgió un hombre de mirada azul, cabello largo y sonrisa perenne. “¡Es un ángel!” sintió la joven y Gustav la escuchó perfectamente, por eso supo que estaba soñando, porque sólo en sueños pueden oírse los sentimientos femeninos. El ángel pasó al lado de la joven y ella pronunció una palabra, no con su boca, sino con su alma: “quédate”. Aquel ángel pasó de largo y Gustav se entristeció... pero si hay algo que saben hacer los pintores es cambiar el color de la vida y Gustav decidió pintar de azul aquella penumbra, acompañó al ángel en su huída y le susurró que volviera al lado de aquella mujer, “sin duda es tu sueño hecho realidad” le dijo Gustav. El ángel y la joven hablaron durante horas y, en un fugaz instante, sus labios se unieron en un beso dulce, profundo e infinito...Gustav Klimnt suspiró aliviado y siguió recorriendo la geografía de Emilie. Al día siguiente empezó a pintar el beso que había visto en sus sueños, tardó dos años en terminarlo, no recordaba las facciones de la joven, así que decidió pintar el rostro de Emilie en su lugar y el suyo por el del ángel.

Roma dijo...

Cómo que no hay casualidades, Mármara, Mármaramía, jamía? Pero, y entonces qué son? Cómo le llamarías tú a eso, migamía?

Ya y Gakk, qué estupendo que vuestros intereses sean también los míos: el mundo de la imagen y las palabras.

Ana
Qué decirte? Me has dejado muda. Soñaste con Klimnt, tal y como deseabas... y es un honor que cuentes tu sueño en esta página, pero, con tu permiso, lo sacaré de los comentarios y lo editaré en primera plana cuando termine con los sueños de Tabucchi, si no tienes inconveniente.

Me encantaría iniciar así (y extender una invitación a l@s escribidores a participar si gustan) una serie con relatos de sueños, con sueños soñados o por soñar.
Qué os parece?

Ana dijo...

Me parece una idea brillante. Por lo que a mí respecta ya me apunté.
Me uno en tu invitación a la humanidad escribiente.

Mármara dijo...

Yo, a esto, en vez de casualidades, lo llamo señales. Y, en este caso concreto, por el comienzo del segundo párrafo y su relación con lo que me sugirió la lectura de "El ríu".

Anónimo dijo...

Hola! Vaya ritmo de publicación, entre semana se me hace difícil leerte. He leído varios de los sueños "acumulados", qué bonito libro. Este sueño se Goya se me hace particularmente bonito por todas las referencias que tiene a la vida y obra del pintor... pero bueno, lo mismo que el de Freud, Toulouse-Lautrec, Stevenson ...
Ójala algún día se me ocurra un sueño para enviártelo... bueno, tendré que tener tiempo y una visita de la inspiración. ;-) Un beso.

Roma dijo...

Sí, a mí también me parece bonito. Pero todos los demás sueños también hacen referencia a la vida de los soñadores, lo que ocurre es que no son sus biografías o sus obras tan famosas como por ejemplo esta de Goya. El de Toulouse-Lautrec es precioso, y el de Debussy, y el de Pessoa... Cuanto más conoces al soñador más aprecias el sueño que le hizo soñar Tabucchi.

Aparte de esto... yo creo que tiempo, no sé, ganas sí pareces tener, y la inspiración... la inspiración la pintan calva.

Roma dijo...

Mármara, Mármaramía (jope, una palabra con dos acentos, quién da más), que tengo que decirte que no sé de señales, yo siempre les llamo casualidades.

Ana, ya ves que cada vez hay más soñadores. Algun@ tendremos que quedarnos con un ojo abierto, no? porque todos soñando... menudos despertares nos pueden aguardar! ja, ja,

Ana dijo...

...(pensando) creo que sólo quiero despertar si es para encontrarme una realidad similar a la de mis sueños...en caso contrario...prefiero seguir soñando, es más divertido, como dice M. Bosé: "sueña tú, que yo voy a abrirme el corazón"...(pensando) ¿qué soñará este hombre?