sábado, agosto 20, 2005

CONCLUSIÓN

SI LAS PALABRAS SON GRANADAS, !USÉMOSLAS!
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Ahora que el lector ha visto las instantáneas guardadas en nuestro álbum "Lacan", no le queda más que ir a echarle una ojeada por sí mismo, o incluso obtener sus propias imágenes, que forzosamente serán distintas. Como se suele decir, "!No hay color!"; seguramente quedarán un poco borrosas, pero eso es lo que quería Jacques Lacan. Insistimos: si su doctrina es difícil de comprender, y si por otro lado Lacan hizo evolucionar incesantemente el significado de los términos que utilizaba, fue para mantener a sus lectores en una posición de aprendizaje, de cuestionamiento e incluso de deseo.
Y es que para los psicoanalistas no hay nada peor que las teorías que lo explican todo y al mismo tiempo lo oscurecen todo. Nada más grave que las identificaciones generalizadas. !Ser psicoanalista es saber que uno nunca es realmente psicoanalista! Según ese judío del psicoanálisis que es Lacan, para ser psicoanalista no bastaba con seguir una ortodoxia, respetar los rituales o recibir el marchamo de un grupo. Ser psicoanalista es una pregunta que debe seguir sin respuesta; si esto es así, "El Analista" no existe (igual que no existe "La Mujer"). Lacan soñaba con que cada especialista del inconsciente reinventara el psicoanálisis (al menos con cada uno de sus analizantes), pero tal vez era mucho pedir.
En realidad, gracias a su fuerza de verdad, el psicoanálisis no es monopolio de nadie y podemos conjeturar que seguirá escribiendo su historia con renglones torcidos, al margen en parte de las ortodoxias y los sistemas de pensamiento rígidos. El hombre o la mujer que resucita el psicoanálisis es el analizante, porque al buscar su verdad, lo actualiza en cada sesión. !El objeto valioso del mecanismo es él!
Para la persona que está siguiendo un análisis, el pensamiento de Jacques Lacan es una lección de libertad. El psicoanálisis no constituye en ningún caso un instrumento para adaptarlo a la sociedad. Al contrario, le enseña que no puede ser un objeto para nadie, y menos aún para el capitalismo, que intenta arrastrarlo al servicio de los bienes. El psicoanálisis le enseña que lo único que vale la pena es su propio deseo, un deseo "anestesiado, adormecido por los moralistas, domesticado por los educadores, traicionado por los académicos", denuncia Lacan. Y por último, le enseña que el "sentido" de la vida consiste en buscar el propio camino, que es único y singular.
!Caramba! ¿Y si las luchas de hoy en día ya no se redujeran a una lucha contra el dominio político o la explotación económica y fueran un combate contra la esclavitud identitaria? Para nosotros, que ya no creemos en la revolución ni en el futuro triunfal, esta curiosa iniciación, o esta curiosa ciencia, inventada en Viena en el siglo XIX por un improbable pero genial fumador de puros, es tal vez el último acto político.
Gracias a ella, lo singular puede vencer a lo universal, siempre que esta práctica sin asignación social concreta siga siendo un saludable escándalo. No lo olvidemos: durante mucho tiempo, las Iglesias y la mayoría de los Estados llamados "fuertes" han condenado y prohibido el movimiento psicoanalítico: es comprensible, porque es obvio que el psicoanálisis tiende a anular la ficción de cualquier discurso unificador y totalizador. Psicoanalizar, nos recuerda Serge Leclaire, que fue el primer psicoanalista lacaniano, "quiere decir des-ligar, romper el encanto letal de la relación incestuosa, de las posiciones narcisistas dominantes, de la fascinación por el uno, por el sujeto-amo".
EN RESUMEN: !Muerte al aburrimiento y a la ignorancia! !Arduo programa!
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Corinne Maier / Preocuparse es divertido.
Traductora: Zoraida de Torres Burgos.

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