viernes, febrero 09, 2007

tinta fresca

Tinta fresca
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La guerra de Iraq se ha convertido en un tema académico. Se habla de ella con la falta de pasión con la que discutimos sobre la guerra del Peloponeso. Bush y los suyos no cometieron un acto criminal: se equivocaron. ¿Cuándo? In illo tempore. Podríamos decir que se trata de un clásico con víctimas actuales. Me he quedado sin tinta, dice el periodista objetivo a su ayudante. Y el ayudante abre un grifo, conectado directamente con Bagdad, del que sale la sangre en la que moja la punta de su pluma para continuar contándonos esa guerra como el que cuenta la de Troya, que nos cae bien porque, ya lo saben ustedes, se hizo por amor.
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A veces la sangre no sale del grifo suficientemente depurada y aparecen en ella pedazos de hígado, grumos de riñón, o trozos de cuero cabelludo que el periodista objetivo aparta con la punta de la pluma, como el que saca una mosca de la sopa, para poder continuar escribiendo su clásico, o comiéndose su sopa (boba, a todas luces). Mientras cientos de análisis objetivos llegan a las librerías o a las páginas de opinión de los periódicos, cien o doscientos cuerpos revientan diariamente en Iraq, lo que, lejos de actualizar el conflicto, lo hace más clásico, al tiempo de proporcionar más tinta a los escribas. Se trata de un caso único en la historia de la historia, incluso en la historia de la literatura, donde al hablar de clásicos vivos estamos haciendo una hipérbole consciente. Aznar, Bush y Blair son clásicos vivos de esa guerra. No se les procesa porque sería como procesar a Felipe II.
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No hay modo de explicar esta situación tan ventajosa para los agresores como cruel para sus víctimas. Imaginemos que usted es un atracador de bancos actual, aunque sus fechorías, por razones paranormales, son percibidas por el público como antiguas. Usted roba hoy, pero se analiza su caso como si lo hubiera llevado a cabo hace tres siglos. Algo así está ocurriendo con la guerra de Iraq. Sucede ahora, día a día, en este minuto. Antes de que haya puesto el punto final a este artículo habrán muerto 50 personas. Pero sus promotores se han fugado a la Edad Media, desde donde conti­núan insultando a la inteligencia.
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Juan José Millás / Artículo

3 comentarios:

chusbg dijo...

Excelente punto de vista de J.J.Millás, la verdad es que lo pensamos todos pero nadie como él, expresándolo, el otro día hubo 130 muertos en un supermercado y los periódicos que lo sacaban en portada, no todos, lo hacían en un rincón, hacen lo mismo creo yo, los políticos de la derecha, les dices que quieres desenterrar un pariente que está en la cuneta, y que lo que quieres es enterrarle en el cementerio de su pueblo, y te dicen que lo olvides, que eso es muy antiguo, que es historia, da igual que lo pida un hijo del difunto, es historia. Un chollo para todo este tipo de gente que nunca serán juzgados por estas atrocidades.

Un saludo

Anónimo dijo...

Roma: me alegra ver la web en marcha.

el foliot rojo dijo...

(Gr)Aznar, ese clásico vivo, dice que ahora hemos sabido que en Irak no había las armas que sus colegas habían asegurado que sí había. Pero claro, como dice Millás, como le vamos a procesar...