sábado, octubre 21, 2006

la escuela de la ignorancia

Jean-Claude Michéa / La escuela de la ignorancia (y sus condiciones modernas) / Traducción de Isabelle Marc Martínez / Ediciones Acuarela, abril 2002 / Edición original de Éditions Climats, 1999.


Voy a transcribir sólo el primer capítulo de este libro, porque me parece que es un libro muy interesante y puede que sea esclarecedor. El autor hace un estudio-reflexión concretamente de la situación de su país, Francia, pero nos encontramos con un retrato de los fines y logros educativos a nivel general de los países de desarrollo económico capitalista.
Abriré boca empezando a leer tal como empieza:
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En 1979, Christpher Lasch, uno de los espíritus más penetrantes de este siglo, describía en estos términos el declive del sistema educativo estadounidense:
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"La educación en masa, que prometía democratizar la cultura, antes restringida a las clases privilegiadas, acabó por embrutecer a los propios privilegiados. La sociedad moderna, que ha logrado un nivel de educación formal sin precedentes, también ha dado lugar a nuevas formas de ignorancia. A la gente le es cada vez más difícil manejar su lengua con soltura y precisión, recordar los hechos fundamentales de la historia de su país, realizar deducciones lógicas o comprender textos escritos que no sean rudimentarios*(1)".
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Veinte años después, nos vemos obligados a reconocer que buena parte de estas críticas pueden aplicarse a nuestra propia situación*(2). Es obvio que no se trata de una coincidencia. La crisis de la antes denominada "Escuela Republicana" ya no puede separarse de la crisis que afecta a la sociedad contemporánea en su conjunto. Indudablemente, dicha crisis forma parte del movimiento fistórico que, además, desintegra las familias, descompone la existencia material y social de los pueblos y los barrios*(3), y de forma generalizada, destruye progresivamente todas las formas de civismo que, todavía hace unas décadas, condicionaban buena parte de las relaciones humanas. Con todo, esta constatación, totalmente banal por sí misma, podría no tener consecuencias (o incluso conllevar consecuencias ambiguas), si no lográsemos captar además la naturaleza de esta sociedad moderna, es decir, comprender qué lógica rige su movimiento. Sólo entonces será posible calibrar hasta qué punto los actuales progresos de la ignorancia, lejos de ser el producto de una deplorable disfunción de nuestra sociedad, se han convertido en una condición necesaria para su propia expansión. (el subrayado es mío)
Las páginas de este libro pretenden corroborar brevemente esta hipótesis, aunque tengo plena conciencia de que muchos la consideran ya totalmente inverosímil*(4).
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(1) Christopher Lasch: Le complexe de Narcisse, París: R. Laffont, 1980, pp. 177 y 178. Existe traducción al castellano: La cultura del narcisismo, Barcelona: Andrés Bello, 1999.
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(2) Liliane Lurçat (primero alumna y luego colaboradora de Henri Wallon, una de las pocas especialistas francesas serias en ciencias de la educación) afirma que: "En 1983, el rectorado de Niza realizó una encuesta a cerca de 12.000 alumnos de 1º de Enseñanza Secundaria. El 22,48% no sabía leer y el 71,59% era incapaz de comprender una palabra nueva a partir del contexto." Según la autora, desde entonces, "como un mar engullido por la arena, el problema ha desaparecido, por obra y gracia del silencio de los medios de comunicación y de la propaganda política. Sobre los escombros de la enseñanza de la lectura y la escritura, se construye apresuradamente la escuela masificada, utilizando el cebo del Bachillerato para todos." (Liliane Lurçat: Vers une école totalitaire?, París: F.-X. de Guibert, 1998.) El último logro de esta "propaganda política" es, por supuesto, el libro de Christian Baudelot: Et pourtant, ils lisent, París: Seuil, 1999.
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(3) Desde este punto de vista, como cualquiera puede constatar, hemos entrado en una era realmente nueva: la época de la destrucción de las ciudades en tiempos de paz. Tomando la ciudad de Los Ángeles como el modelo preferido de todos los destructores modernos, es recomendable la lectura del excelente estudio de Mike Davis: City of Quartz: Los Angeles, capitale du futur, París: La Découverte, 1997. Para una aplicación al caso francés, puede consultarse el panfleto de Sophie Herszkowicz: Lettre ouverte au maire de Paris à propos de la destruction de Belleville, París: Enciclopédie des nuisances, 1994.
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(4) Observaciones sobre el concepto de ignorancia.
Entendemos por "progreso de la ignorancia" no tanto la desaparición de los conocimientos indispensables en el sentido denunciado habitualmente (y, muy a menudo, de forma justificada), sino el declive constante de la inteligencia crítica; esto es, la aptitud fundamental del hombre para comprender a un tiempo el mundo que le ha tocado vivir y a partir de qué condiciones la rebelión contra ese mundo se convierte en una necesidad moral. Ambos aspectos no son completamente independientes, en la medida en que ejercer el juicio crítico exige bases culturales mínimas, empezando por la capacidad para argumentar y el dominio de las exigencias linguisticas elementales que toda "neolengua" está destinada a destruir. Sin embargo, es necesario diferenciar uno y otro tipo de ignorancia, puesto que la experiencia cotidiana nos muestra que un individuo puede saberlo todo y no entender nada. Sin duda, es lo que quería decir Orwell cuando en su Diario de guerra escribe: "Si gente como nosotros comprende la situación mejor que los supuestos expertos, no es porque tenga poder alguno para predecir acontecimientos concretos, sino porque puede percibir la clase de mundo en que vivimos (To grasp what kind of wold we are living in)". La base epistemológica de esta distinción, es, naturalmente, la imposibilidad manifiesta para reducir la actividad crítica de la Razón al simple uso de una base de datos por la que se podría navegar libremente. Al no tener en cuenta esta distinción, la sociología ministerial no tiene reparos en pretender -por medio de errores metodológicos de uso- que "el nivel (de la enseñanza) aumenta". Y ello cuando todos los datos disponibles indican que, en los países industrializados, la juventud escolarizada es cada vez más permeable a los diferentes productos de la superstición (de la antigua astrología a la moderna New Age); cuando su capacidad de resistencia intelectual frente a las manipulaciones mediáticas o al bombardeo publicitario disminuye alarmantemente y cuando se le ha enseñado con eficacia admirable una sólida indiferencia hacia la lectura de los textos críticos de la tradición.
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10 comentarios:

Mármara dijo...

Lo primero, gracias. Me encanta que te haya gustado la narración que he colgado hoy en mi blog.
Y luego, que observo una gran perspicacia y agudeza en ese subrayado tuyo.
Aunque lo que más me ha gustado ha sido el comentario de Liliane Lurçat. Creo que ésa es la clave, la enseñanza de la lectura y la escritura.
Hay un autor francés, Daniel Pennac, que escribió un libro que se titula "Como una novela". Te aseguro que si lleváramos a cabo la mitad de sus recomendaciones, que él llevó a cabo en un instituto de los suburbios de Paris, otro gallo nos cantaría. Curiosamente, el 90% del profesorado de Lengua y Literatura, no lo ha leído. Y quienes sí lo han hecho desprecian sus tesis.

chusbg dijo...

Voy a intentar que el próximo libro que lea sea ésta que pones, creo que me va a interesar, digo voy a intentar pues tengo que buscarle por las distintas bibliotecas.
Estoy muy de acuerdo con todo eso, por unas razones o por otras, la gente no suele darle importancia a eso de saber cosas, y avanza la ignorancia, es verdad, pero gracias a la universalización del aprendizaje, el que le gusta aprender, tener cultura, puede tenerla.
Un saludo

Mármara dijo...

Quizás no me haya expresado bien, detrasdelreflejo. O quizás haya entendido algo diferente a lo que querías expresar tú.
Verás, estoy convencida de que la LOGSE era, y es, una ley excelente, independientemente de cuál fuera su inspiración. No dio los resultados esperados porque no se le hicieron los ajustes necesarios y porque la dotación económica no fue suficiente para poder desarrollarla. Y, sobre todo, porque fue boicoteada desde dentro por el profesorado, en general, y el de secundaria, en particular. Un profesorado aferrado a su tarima, a su clase magistral, a sus conocimientos de “toda la vida” y, en definitiva, a una concepción decimonónica de la enseñanza.
Sí, detrasdelreflejo, sí, el cáncer de la enseñanza es el propio profesorado. Ese profesorado decimonónico y clasista, que manda a "los torpes" a la FP (haciendo gala de una visión empresarial impresionante) y a "los listos" a soportar la estulticia de los catedráticos de pata negra, es el responsable de la "Escuela de la Ignorancia".

Anónimo dijo...

Nada más lejos de mi intención volver a entrar en polémica. Me basta recomendar la lectura, que no tengo ahora a mano, del discurso de Nicoás Sarkozy sobre la educación, que fué el pistoletazo de salida de la campaña a las elecciones. No es que comulgue con él, que no lo hago, pero si ví en ese discurso muchas de las cosas que se citan en el texto de que estamos hablando.

El sistema, vuelvo al sistema, copia una sociedad en la que la busqueda de la excelencia a través del esfuerzo, ha desaparecido. Se trata de la Rebelión de las Masas, y a lo mejor conviene reller a Ortega.

No es una cuestión de buenos o malos maestros como afirma Mármara: el problema educativo no es un problema de maestros, ellos son parte del problema y de la solución. Es un pronlema social y un mal sistema en el que privan valores que no alcanzan resultados.

Ponerle el cascabel al gato, es un problema político y para eso corren malos tiempos. Como a todos nos tioca vivir en los tiempos en que vivimos y a ellos nos parecemos, está opinión mía será posiblemente un desaire, pero no haciendo uso de ninguna nostalgia si constato una realidad. YT si no fuera una realidad ni Roma pondría el texto ni los demás lo comentaríamos.

Mármara dijo...

De acuerdo, Luis, no entremos en polémica. Sigamos divagando. releyendo a Ortega y a Lasch, y a quien consideréis oportuno, y rasgándonos las vestiduras con el sistema y la política, y las familias y tal, y pascual.
Yo me quedo con la frase de Liliane Lurçat: "El 22,48% no sabía leer y el 71,59% era incapaz de comprender una palabra nueva a partir del contexto" y afirmo, aquí y en Pénjamo, que en esas estadísticas tendrá su parte de responsabilidad la familia, el sistema, la legislación vigente y hasta la climatología adversa, pero la responsabilidad del profesorado no se la quita nadie.

Marcela dijo...

A mí, releer a ortega me da como repelús, pero sin el "como".

Mármara dijo...

jajajajajaja Marcelilla. Cuánto has dicho y en qué pocas palabras.

Anónimo dijo...

No pensaba contestar a la alusión a Ortega, pero en vista de la continuación si lo haré. Ortega tiene mucha actualidad: el repelús no. Y decir mucho en pocas palabras tampoco. Lo siento mucho. En muchas ocasuiones muchas palabras no dicen nada.
Y una de las cosas que siempre procuro hacer es no divagar.

Anónimo dijo...

He conocido a Jean-Claude Michea por mi profesor de filosofía. He leido "La escuela de la ignorancia y creo que es lo que se esta imponiendo en España. Si no observen. ¿que es desechable? todo conocimiento o persona que este adaptado a un contexto tecnológico preciso, vease los modulos (No critico, yo tengo uno) pero es lo que esta pasando, nos imponen trabajos llamativos que no sirven para nada, sin olvidar el tittytainment.SEÑORES, DESPIERTEN, NO SE DEJEN ENGAÑAR POR EL TITTYTAINMENT, LUCHEN.

Anónimo dijo...

Creo y supongo que los que estamos aquí hemos leido a Michea, es una cuestion de la llamada "elite mundial"
Se que todos los que estamos aqui tenemos pensamiento independiente, pero esto es algo que esta pasando, aquí y en EEUU. Ustedes veran, no hay que ser vieolento ni ignorante para luchar con lo establecido. Escuchen a Jean-Claude michea.
Gracias.