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Me ocurre con frecuencia cuando he viajado en avión, que encuentro muchas caras que me resultan familiares. Una vez llegué a preguntarle a una chica de qué nos conocíamos. Pasé gran verguenza al comprobar que no me conocía de nada.
En síntesis podríamos denominar este fenómeno como:
necesidad de cómplices para subir al cielo.
Rafael Lamata Cotanda / Palabras contra palabras.
5 comentarios:
Qué fantástica idea, la de cómplices que nos acompeñan, cada día, para subir al cielo. Porque, la sensación sí que la tengo, pero me faltaban palabras para expresarla.
¿Será para superar el miedo a volar lo de cómplices para subir al cielo? En compañía solidaria -que no solitaria- los miedos tienden a desvanecerse.
A mí me da pánico volar,así que cada vez que subo a un avión, me reconcilio con todo el santoral, por si las moscas...
Yo no he comprobado esa situación pero sí la de reconocer a alguien y no saber de qué... será la edad... o las noches demasiado largas ;-)
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