No es el desamor, ni la traición, ni el engaño, ni la duda, ni la indiferencia, ni el odio, ni la vergüenza. No es la amargura del abandono; ni siquiera lo es la temperada muerte que tantas veces corrige desajustes emocionales internos. El sentimiento más devastador de cuantos existen, con su forma plana, de un color mate, con su filo de navaja de barbería, turbador y amenazante: La exclusión.
(Robado a Tempus Fugit. Me dieron ganas de robarle el blog al completo. Me conformaré con lanzarlo al viento: http://tesalonica.blogspot.com/ )
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1 comentario:
No es un robo. Si te hubiese conocido en el momento en el que lo escribí, te lo habría regalado igualmente.
Gracias, por el honor que le haces a mi humilde texto.
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