La idea de viajar me seduce por traducción, como si fuera la idea adecuada para seducir a alguien que no fuera yo. Toda la vasta visibilidad del mundo me recorre, con movimiento de tedio colorido, la imaginación despierta; esbozo un deseo como quien hubiera renunciado ya a los gestos, y el cansancio anticipado de los paisajes posibles atormenta, como viento torpe, la flor del corazón paralizado.
Y como los viajes, las lecturas, y como las lecturas todo lo demás… Sueño una vida erudita, entre la convivencia muda de los antiguos y los modernos, renovando las emociones con las emociones ajenas, llenándome de pensamientos contradictorios con la contradicción de los pensadores y de los que casi llegaron a pensar, que son la mayoría de los que dejaron algo escrito. Pero la sola idea de leer se me desvanece si cojo de encima de la mesa un libro cualquiera, el hecho físico de tener que leer me anula la lectura… Del mismo modo se me debilita la idea de viajar si por casualidad me acerco a algún punto de embarque. Y regreso a las dos cosas nulas donde me siento más seguro, por lo nulo que también yo soy –a mi vida cotidiana de transeúnte incógnito, y a mis sueños como insomnios de persona despierta.
Y como las lecturas, todo lo demás… Siempre que algo pueda ser soñado como interrumpiendo por completo el mudo transcurrir de mis días, levanto una mirada de protesta pesada hacia la sílfide que me es propia, esa cuitada que podría quizás haber sido sirena si hubiera aprendido a cantar.
Y como los viajes, las lecturas, y como las lecturas todo lo demás… Sueño una vida erudita, entre la convivencia muda de los antiguos y los modernos, renovando las emociones con las emociones ajenas, llenándome de pensamientos contradictorios con la contradicción de los pensadores y de los que casi llegaron a pensar, que son la mayoría de los que dejaron algo escrito. Pero la sola idea de leer se me desvanece si cojo de encima de la mesa un libro cualquiera, el hecho físico de tener que leer me anula la lectura… Del mismo modo se me debilita la idea de viajar si por casualidad me acerco a algún punto de embarque. Y regreso a las dos cosas nulas donde me siento más seguro, por lo nulo que también yo soy –a mi vida cotidiana de transeúnte incógnito, y a mis sueños como insomnios de persona despierta.
Y como las lecturas, todo lo demás… Siempre que algo pueda ser soñado como interrumpiendo por completo el mudo transcurrir de mis días, levanto una mirada de protesta pesada hacia la sílfide que me es propia, esa cuitada que podría quizás haber sido sirena si hubiera aprendido a cantar.
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Fernando Pessoa / Libro del desasosiego.
Traducción de Perfecto E. cuadrado.
4 comentarios:
Tente, Roma, tente... Que a este paso nos cuelgas el libro entero, párrafo a párrafo, página a página... Como en aquel mapa del cuento de Borges...
Es lo que tiene "O livro". A pesar de mi reconocida filia pessoana, aún no he leído más que fragmentos. Lo comencé en portugués (toma vacilada...) pero acabé dejándolo: la sensación de angustia era tan poderosa que temía que dijeran de mí como de un conocido de mi amigo X, "aforcouse". Ahora lo he mercado en castellano, a ver si me resulta un poco menos doloroso cuando me decida a hincarle el diente. Tremendo Bernardo Soares. Que lo disfrutes. Y cuidado...
Recuerdo que ya colgaste algo del Libro de desasosiego, hace tiempo. A mi me parece que es un libro a cojer en momentos concretos, cuando no tienes nada que hacer y prevees además no hacer nada de inmediato. Hay un fatalismo en lo que escribe, no ni nostalgia ni melancolía, sino fatalismo, que es contagioso. Un hombre condenado a la fragmentación de si mismo, átomo a átomo, a través de la implacable e irresistible fuerza de un pensamiento crítico y pesimista. Nob hacer nada y soñar, aspirar al imposible por la inacción, ¿es eso el sueño? Creo que si. El sueño deja de ser sueño cuando uno se zafa con él en la acción. A favor o en contra del sueño.
Claro que sin embargo, y basta leer el comentario que poblicaste ayer, su pensamiento es limpoio y acertado. pesoa acierta, diría yo siempre, y de ahí su pesimismo.
El libro del desasosiego ha sido siempre una de mis obras favoritas, por eso me encanta descubrir que comparto ese afecto tan íntimo con otras personas.
Un saludo
También me pasa a mí, Foliot, sentir esa sensación de angustia que se me apodera. Es un libro que como dice Luis es para hojear en momentos concretos, y hasta donde puedas resistir, antes de que consiga fruncirte la frente más de lo soportable. Un libro sin principio y sin final con una rara capacidad de dejarse querer,con una intensa mezcla de dureza y dulzura.
Bienvenido Charles de Batz, a mí también me encanta descubrir que compartimos afectos con las demás personas.
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