EL BOMBERO.—Mi cuñado tenía, por parte paterna, un primo hermano del que un tío materno tenía un suegro, cuyo abuelo paterno se había casado en segundas nupcias con una joven indígena, cuyo hermano había conocido, en uno de sus viajes, a una muchacha de la que se enamoró y con la que tuvo un hijo, que se casó con una farmacéutica intrépida, que no era otra que la sobrina de un contramaestre desconocido de la Marina británica, y cuyo padre adoptivo tenía una tía que hablaba con fluidez el español y que era, quizá, una de las nietas de un ingeniero, fallecido de joven, nieto él mismo de un propietario de viñas de las que se extraía un vino mediano, pero que tenía un primo segundo, hogareño, brigada, cuyo hijo se había casado con una muy bella mujer joven, divorciada, cuyo primer marido era el hijo de un sincero patriota que había sabido educar en el deseo de hacer fortuna a una de sus hijas, que pudo casarse con un cazador que había conocido a Rothschild, y cuyo hermano, después de haber cambiado varias veces de profesión, se casó y tuvo una hija, cuyo bisabuelo, enclenque, llevaba unas gafas que le había dado un primo suyo, cuñado de un portugués, hijo natural de un molinero, no demasiado pobre, cuyo hermano de leche había tomado por mujer a la hija de un ex médico rural, él mismo hermano de leche del hijo de un lechero, él mismo hijo natural de otro médico rural, casado tres veces seguidas, cuya tercera mujer…
Sr. MARTÍN.— He conocido a esa tercera mujer, si no me engaño. Comía pollo en un avispero.
El BOMBERO.— No era la misma.
Srta. SMITH.-- ¡Chitón!
EL BOMBERO.—Digo: …cuya tercera mujer era la hija de la mejor comadrona de la región y que, viuda temprana…
Sr. SMITH.—Como mi mujer.
EL BOMBERO.— …se había casado de nuevo con un vidriero, lleno de vivacidad, que le había hecho, a la hija de un jefe de estación, un hijo que había sabido abrirse camino en la vida…
Srta. SMITH.—Su camino de hierro…, su ferrocarril…
Sr. MARTÍN.—Como en el juego de cartas.
EL BOMBERO.—Y que se había casado con una vendedora de hortalizas frescas, cuyo padre tenía un hermano, alcalde de una pequeña ciudad, que había tomado como mujer a una institutriz rubia, cuyo primo, pescador de caña…
Sr. MARTÍN.-- ¿De caña rota?
EL BOMBERO.-- … había tomado como mujer a otra institutriz rubia, llamada también María, cuyo hermano se había casado con otra María, asimismo institutriz rubia…
Sr. SMITH.—Siendo rubia no puede ser sino María.
EL BOMBERO.-- … y cuyo padre había sido criado en Canadá por una anciana mujer, que era la sobrina de un cura cuya abuela agarraba, en ocasiones, en invierno, como todo el mundo, un resfriado.
Srta. SMITH.—Curiosa historia. Casi increíble.
Sr. MARTÍN.—Cuando uno se resfría es preciso ponerse cintas de colores.
Sr. SMITH.—Es una precaución inútil pero absolutamente necesaria.
Srta. MARTÍN.—Excúseme, señor capitán, pero no he comprendido muy bien su relato. Al final, cuando se llega a la abuela del sacerdote, una se hace un lío.
Eugéne Ionesco / La cantante calva
(Lo leí en el capítulo diez , titulado EL EFECTO VACA-QUE-RÍE, de Alicia en el país del lenguaje, de Marina Yaguello.)
3 comentarios:
jajajajaja...que lío.....me perdí ya en la primera línea...jajjaja
Yo las relaciones de parentesco las llevo francamente mal, muy mal....si me sacan de padres y abuelos, me pierdo, jajaja
...de ahí mi afición a los árboles genenealógicos....
Pero lo tuyo ni con árbol, jajajaj
Mil besos
Si no fuera porque aún tengo "en cartera" una docena, o más, de libros comprados, pero ni siquiera encentados, me hacía con éste de inmediato.
Ya vendrán tiempos mejores, espero, porque encuentro fascinante este galimatías.
Este es un "parentesco" linguistico, jaja, Autómata 34(o 35?), muy ameno y divertido.
Pues sí, o pozí, Mármara, a ti te encantaría leerlo, lo sé.
Y ahora os pondré un enlace con otro texto que también es estupendo. (Anda que no me lo curro... eh?)
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